Quartetazzo: “Ahora nos vemos como cuatro maquinistas tirando de un mismo tren”
Las cuatro voces del Quartetazzo: Carmen Vela (Madrid), Trinidad Jiménez (Almería), Emilse Barlatay (Córdoba, Argentina) y Leticia Malvares (Río de Janeiro, Brasil)
Texto: JOSEP PEDRO
Formado por cuatro instrumentistas y compositoras de distintos orígenes geográficos y culturales, Quartetazzo es un ecléctico e innovador ensemble de flautas que busca y reconstruye su sonido propio a partir del jazz, el flamenco y las músicas de raíz. Son Carmen Vela (flauta en Do), Leticia Malvares (flauta en Sol y en Do), Trinidad Jiménez (flauta bajo y flauta en Do) y Emilse Barlatay (Flauta en Do), y junto a ellas colabora habitualmente el percusionista Epi Pacheco. Tras dos años de recorrido, el grupo prepara su primer disco, En el aire (presentación 10/10/2019, Café Berlín, Madrid), con nueve temas propios que revelan un repertorio que bebe del swing, el blues, las bulerías, la chacharera y el forró, así como de la música contemporánea y la improvisación. Asentado sobre sus respectivas experiencias y trayectorias musicales, el consciente ejercicio creativo de encuentro y dialogo intercultural emprendido por Carmen, Leticia, Trinidad y Emilse sorprende y cautiva tanto por sus sonidos como por su concepto de búsqueda. Desde el reconocimiento de las diferencias en cuanto a tradiciones musicales apropiadas, estas flautistas de la escena madrileña interactúan en el terreno común y tiran las unas de las otras para escuchar e indagar en lo diferente. El resultado es una pócima sonora dinámica y seductora, ligera pero intensa, que surge de navegar las aguas de las tradiciones populares con la voluntad de incorporarse a ellas sin caer en la réplica ni la autocomplacencia.
El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el Quartetazzo actuó en el Café Berlín como parte del Festival Ellas Crean (Comunidad de Madrid), que cumplió su 15 aniversario. Nos reunimos con ellas un día antes, a la puerta de la El Molino de Santa Isabel, la escuela de música y danza que gestiona Carmen. Además del cuarteto y la percusión, el concierto contó con la colaboración de los jóvenes bailaores Lisi Sfair Denardi y Gabriel Matías (ambos brasileños), cuya pasión contribuyó poderosamente a un espectáculo lleno de matices y movimiento. Un viaje emocional liderado por el sonido entrecruzado de las flautas; por sus susurros, giros, gritos y soplidos, por el filtro transformador del Quartetazzo.
¿Cómo se consigue combinar tantos proyectos tanto en el día a día como artísticamente?
Carmen: Al final es organizarte, clasificar bien cuando haces una cosa y cuando haces otra. Me imagino que todas hacemos un poco eso. Ser activas, organizarte, no dejarte llevar por la pereza –que creo que no tengo nunca. Estás ahí en actividad. También Madrid es una ciudad frenética y creo que la mayor parte de la gente vivimos en una actividad constante.
Leticia: Yo tampoco [tengo pereza]. Cada vez más yo estoy intentado meter más las composiciones y pensar en los arreglos. En un futuro va a ser hacer menos bolos así de estos que vas y no sabes ni que va a pasar. Es lo que quiero. Entonces hay que compaginar. Estamos aquí metidos y, como dijo, Carmen, “concentración”.
Hay que tener disciplina, imagino.
L: Sí, bueno, yo no tengo la disciplina de Carmen, por ejemplo, pero me apaño.
C: No, pero muchas veces llegas a casa por la noche y entonces haces una composición porque te ha venido ese día, y te pones a escribir por la noche. El tiempo se alarga. Y los fines de semana.
L: Yo ahora puedo hacer eso, pero antes trabajaba en la hostelería. No podía vivir solo de la música, ahora sí. Entonces ahora tengo más tiempo para hacer arreglos y estar todo el día pensando en música, y eso también cambia.
¿Qué os ha aportado un proyecto tan original como Quartetazzo?
Trinidad: Sin duda, al ser una formación poco explorada, tienes la incertidumbre y la libertad de componer lo que quieras. Es contradictorio en un primer momento pero a la vez, nos exprime la creatividad para recrear texturas que a lo mejor con otras bandas están mucho más establecidas: el rol del bajo tal, el rol de la flauta es tal… Y aquí al ser cuatro flautas tenemos que recrear todos esos parámetros de mil maneras. Al hándicap de eso, añádele el de los estilos que traemos cada una. Una tiene una forma de decir en la flauta que no tiene que ver con otra. Por ejemplo, Leticia Malvares es súper rítmica. Pues intentas escuchar y aprender en horizontal de las compañeras y de la forma de entender la música que tienen. Para mí ha sido un aprendizaje en horizontal.
L: También nos pone como flautistas en otro lugar. Porque normalmente, estás en un grupo que tiene una armonía. Nosotros aquí estamos construyendo la armonía y el ritmo todo el rato. Es muy diferente como flautista estar en este contexto.
C: Esto nació en Sanlúcar de Barrameda, en los cursos que hacen Gerardo Nuñez y Carmen Cortés y hay algunos años que va Jorge Pardo. Hace dos años fuimos las cuatro y, cuando Jorge proponía falsetas, la cosa es que las cuatro las podíamos tocar las falsetas con el ritmo y las notas, pero las articulábamos de distinta manera y el sonido que tenía era distinto. Entonces era un poco como: “¿Y tú como haces eso? ¿Y tú por qué estás articulando todo esto?” De repente, abrimos las orejas a cuatro personalidades y cuatro maneras tan distintas de tocar la flauta, como cuatro caminos ya realizados. No estábamos investigando, como que nosotras ya tenemos nuestra personalidad como flautistas y eso también fue muy motivador a la hora de juntarnos las cuatro. Qué maneras tan distintas y como me gustaría aprender de ti.
Emilse: Aparte de la forma de tocar, la composición de cada una es totalmente variada. Eso también está guay porque trae una un tema y todas tratamos de escuchar, de adaptarnos, de tratar de que suene bien según como la ha compuesto. Entonces la música es muy variada. No es un proyecto estático estilísticamente hablando.
T: Añadir a esto que, en mi caso, cuando he tocado flauta bajo en otros proyectos, era melódicamente, para aportar un color, una melodía. Por ejemplo, en una compañía de flamenco para que, de pronto, suene una frase grave. Y aquí el rol es rítmico, de sustento de la armonía, de dirigir el pulso… A veces toco la otra flauta y si salgo de esta seré mejor flautista y persona.
Vuestro lema es “Cuatro mujeres, tres nacionalidades, un mar de estilos”. ¿En qué medida supone un enriquecimiento o un reto ese encuentro entre culturas? ¿De qué manera lo vivís?
C: Es un enriquecimiento y un reto porque, imagínate, las que vienen del otro lado del charco, traen una chacarera. Tú has escuchado que es una chacarera pero realmente no sabes qué forma tiene. Leti compone música que está inspirada en melodías y en ritmos brasileños. Beben de toda la fuente, de toda la tradición. Eso, a pesar de que tú lo has escuchado, ni has profundizado, ni eres especialista, ni siquiera lo has vivido en las carnes de pequeña. Amén ya del flamenco, que de una manera u otra todas lo hemos mamado.
L: Nos encontramos en el flamenco todas, ¿no?
C: Sí, nos encontramos un poco en el flamenco pero de distinta manera.
E: Básicamente yo creo que es un reflejo de Madrid.
T: La escena es así en Madrid.
E: De lo vivo que está, de la cantidad de música que hay, de gente de todas partes. Siempre te encuentras al final.
¿Os conocéis de esa participación en la escena?
T: De hecho, nos pasábamos algún trabajo. Si yo no podía hacer algo, se lo pasaba a Emilse. Si Emilse no podía, me lo pasaba a mí. Después conocía a Leti, igual. Pues ya nos repartíamos trabajo entre las tres y somos el lobby flautístico de Madrid [risas].
Y de la admiración y del buen funcionamiento personal que hubo en Sanlúcar: “pero si yo toco flauta bajo, Leti toca flauta en sol, contralto…” “¡Yo veo un cuartetazo!” “¡Vamos a hacer un cuarteto!” “¡No hay ovarios!” Lo típico… “¿Qué no? Ya estoy componiendo”. Y [Leticia] ya en la playa componiendo.
L: Allí mismo yo empecé.
T: Y yo tenía escritas cosas para probar, también de haber estado en la creativa con Patxi Pascual. Al principio no era todo tan bonito como ahora nos suena. De hecho, ha habido una evolución.
L: Sí, también como ensemble, para empastar.
¿Qué influencias destacarías como principales ríos de vuestro “mar de estilos”.
L: Más fácil pensar en el repertorio. Tenemos un blues. Tenemos unos tangos flamencos. Tenemos un bolero. Una súper contemporánea, un chachachá, una chacarera… Hay maracatu, forró.
E: Hay de todo. No puedo decirte que haya dos temas de lo mismo.
T: Realmente lo que unifica todos estos estilos es el ensemble, la formación. El timbre, que sea todo para cuarteto de flautas, unifica el repertorio. Porque oyes una chacarera, un blues, o unos tangos flamencos a cuarteto de flautas y con percusión –que también es importante el rol de Epi Pacheco, que nos suele acompañar. Es un chico súper versátil, que al final nos da mucho sustento rítmico y conoce un poco de forró, de chacarera, de flamenco…
¿De qué modo pensáis en vuestro instrumento, modo de expresión y música?
E: La flauta empieza como un instrumento clásico. Creo que todas hemos estudiado clásico en algún momento porque se enseña de esta manera. Pero está la técnica y muchas cosas. Después ya es más escuchar música e intentar tocar lo que te guste. Y de ahí vas sacando un sonido propio. Cada una tiene una forma de haber tocado músicas y eso va creando un poco tu estilo. No creo que haya una forma de sonar de una manera o de otra.
L: Hay una cosa en el mundo flautístico… esa cosa del instrumento. Entonces hay flautistas que hablan de flauta y tocan flauta y escuchan discos de flauta… Yo toco la flauta por casualidad. Es una manera de expresarme. El instrumento que yo elegí y el que tengo ya. Pero la música es otra cosa, creo.
T: Yo tocaba flauta en la banda porque se quedó libre ese instrumento. Tenía 13 años y tocaba el trombón, ojo, y decía: “yo, ya tengo una edad, y yo quiero ser guay y hacer melodías.” Estaba aburrida. Pero ya tocando la flauta veía que era un rollo hasta que escuché los discos de Jorge Pardo y dije: “Ay, se puede tocar… no solo una sonata molona sino…. ay, ¿este hombre qué hace? Desde entonces vi que había también flauta en rock y en otros discos de mi hermano mayor que me ponía. Dije: “Al final puedes hacer lo que te dé la gana con la flauta.” Fue la reflexión que tuve. Porque toqué repertorio de banda, después con la técnica pasas por el conservatorio y hay un repertorio clásico y una tradición que viene de otro sitio. Y [además de] eso, Jorge Pardo, luego todos los efectos sonoros que hay en el rock, de cantar y tocar, de ser más rabiosos y más visceral… Digo: “uy, con este palo puedo hacer lo que quieras. Este va a ser mi instrumento.”
L: Creo que a lo mejor elegimos por eso también. Tocar el oboe, por ejemplo, es un poco más complejo. No puedes estar en todos los contextos, pero con la flauta puedes estar en muchos estilos diferentes. A mí me llenan las ganas de conocer estilos. Creo que la flauta abarca las necesidades de expresión.
C: No somos flautistas metidas dentro del instrumento, que hay mucha gente que sí. Yo realmente también les envidio porque el conocimiento que tiene esta gente del instrumento y de todos los músicos que conocen que tocan este instrumento… Yo creo que ninguna de nosotras hemos ido tanto por ese camino sino más por el camino de la música en general. En mi caso, que soy como la más jazzera, me he sacado solo de todos los instrumentos menos de flauta. Bueno, también de flauta porque también tengo que aprender… Pero vaya que creo que nuestros referentes no son tan flautísticos sino más musicales. Me gusta este cante, o me gusta este rasgueo, o me gusta este saxo y lo quiero sacar.
T: En mi caso sí he sabido más de Jorge Pardo que de mí durante varios años [risas]. ¿Dónde estaba yo en el 92? No lo sé. ¿Dónde estaba Jorge? Eso sí. Tengo que decirlo. Para ver dónde estaba el estilo de la flauta en el flamenco yo sí me he pimplado los discos para ver qué giro hacía, que no hacía…
E: Sí, pero así y todo, no suenas a Jorge Pardo.
T: Ya. Entonces el siguiente proceso fue… ¿Y ahora qué se hace en el flamenco para no parecer Jorge Pardo? Ese fue el siguiente paso.
C: Yo creo que precisamente por venir de esta trayectoria, cuando nos hemos juntado las cuatro nos hemos despertado entre nosotras ese querer saber cómo lo hace la otra, qué camino se ha buscado y cómo se enfrenta al instrumento.
T: Es que realmente el cuarteto de flautas con músicas populares… no hay cosas escritas ni arreglos hechos, entonces ahí está el valor.
L: Hay muy poco.
E: Hay pero poco.
¿Qué diferencias sentís que hay entre actuar en un grupo todo de mujeres (como Quartetazzo), en un grupo con otras mujeres y hombres, y en un grupo siendo la única mujer, tanto musical como extramusicalmente?
E: Personalmente lo que más me mola es que somos un poco responsables todas en cuanto a horas ensayo. Muchas cosas que a veces con los grupos de chicos es más difícil a la hora de: “venga, tú haz esto, tú haz lo otro.”
L: Las cosas rápidas se solucionan pronto, las cosas prácticas también se solucionan fácilmente.
E: Pero he de decir que también en grupos de mujeres he sentido mucha susceptibilidad y aquí [con Quartetazzo] no lo siento. Eso me gusta porque podemos decirnos las cosas perfectamente y en otros grupos de mujeres he sentido que: “claro porque me has dicho que tú no sé qué…” Entonces yo creo que se da bien en este caso pero en otras ocasiones sí que había sentido más esas cosas que…
T: Es la personalidad más que el sexo.
L: Yo en Brasil mi experiencia es de siempre estar en grupos que había más mujeres que hombres. Mezclados pero siempre más mujeres que hombres.
T: ¡Anda!
L: Sí, siempre eran más mujeres que hombres y llegué aquí y era un mundo de hombres.
E: Sí.
L: Y yo sola.
T: Es lo que te iba a decir. Eso es lo que yo he vivido, todo hombres salvo esto, ¿no?
L: Todo hombres y yo la única chica. Entonces a encontrar el Quartetazzo fue como: “¡Aaaay! Gracias.
C: Es un reducto de paz. Porque al final nosotras, como somos muy emprendedoras también en general –ya no solo porque tienes una escuela, sino en general–, pues entonces tiras mucho. Entonces tú organizas, sacas, escribes, mandas, haces, no sé qué… Yo en el jazz claramente siempre he sido la única o a lo sumo había una pianista, Erika.
T: y Lucía.
C: Por donde me he movido se cae un poco en las familias tradicionales, sabes. “Venga sí, que hay que ponerse las pilas, venga así que hay que ponerse las pilas”, pero al final mi madre es la que lleva las niñas al colegio, los lleva a las vacunas… Eso es lo que he sentido. Entonces ahora con el Quartetazzo es una facilidad y es una manera de emprender todas y de responsabilizarnos que no para. Nadie tiene que avisar a nadie, como darle el toque, porque estamos todas. Somos un tren. Y claro, como también estamos acostumbradas a tirar del carro de otros sitios, pues ahora nos vemos como cuatro maquinistas tirando de un mismo tren. Imagínate.
T: Es lo que pasa que la música y ya en otras cuestiones. La organización es maravillosa. Somos muy eficientes, entre otras cosas por tiempo también. Todas andamos a mil cosas.
L: Es una cuestión de responsabilizarse. yo sé que tengo menos tiempo, pues me responsabilizo por buscar el tiempo.
E: El género masculino también funciona así muchísimo, pero en la música cuesta un poquito.
L: Yo creo que eso es tan complejo de decir, sí eso es así o no…
T: Por supuesto.
C: ¡Los plurales no existen!
L: Hablamos de nuestras experiencias.
C: Claro, sí por supuesto.
L: Para mí el Quartetazzo es eso, que todo funciona. Cuando algo se necesita, boom, ya está.
C: Es muy horizontal. Las cuatro componemos, las cuatro guiamos en un momento dado el ensayo y las cuatro sabemos que esto hay que sacarlo adelante las cuatro. Si hay que hacer un dossier, o si hay que presentarse para un concurso o una residencia, o si hay que hacer un disco… pues estamos las cuatro al frente. Creo que eso también es distinto con respecto a otras agrupaciones. Estoy acostumbradísima a que me digan: “Oye Carmen, ¿qué hacemos? Pero: “¿y porque me preguntáis a mí?” Y dicen: “Porque eres la jefa.” Eso está a la orden, eso es como el pan que desayuno todos los días. “¿Pero yo por qué soy la jefa? Yo no soy la jefa de nada, yo no soy la jefa.”
Mándame, ¿no?
C: Claro, y aquí todas somos responsables. Eso es una cosa súper bonita, la verdad.

El poder de las flautas traveseras (imagen de Emilse Barlatay tocando en el Café Berlín, Madrid, 08/03/2019)
Tratándose del día de la mujer trabajadora y de una jornada de muchas celebraciones y reivindicaciones, ¿qué importancia le dais al concierto de mañana frente a otros conciertos?
E: Le dimos un poco de vueltas al asunto por el tema de la huelga, de todo el movimiento que se genera paralelamente, que es muy grande, y de hecho vamos a participar en toda la jornada. Pero luego a la hora del concierto también dijimos: “bueno, es que también mola estar arriba de un escenario.” Mostrar lo que hacemos todos los días, es que es eso.
Y que hablando por ejemplo del consumo, para mí personalmente un concierto sale del consumo. Un concierto sale del consumo, normal, porque de por sí los conciertos son una lucha. Lo haces porque te apetece, no porque sea un trabajo que sea tu sustento. Sobre todo con el quartetazzo, que es un proyecto que es totalmente porque nos gusta. Porque lo queremos hacer. No es un trabajo, en el sentido de lo hago porque voy a cobrar tanto dinero. Entonces, lo veíamos ahí que podía ser bonito hacerlo ese día.
T: Es un mensaje potente también, estar cuatro mujeres en un escenario, y hay muchos actos de visibilización del trabajo de mujeres y el nuestro no es algo masivo ni habitual. Somos mujeres instrumentistas, que es lo menos habitual en la escena madrileña. Que siempre hay una cantante, siempre hay otro tipo de roles, y en este caso las cuatro somos instrumentistas, compositoras y emprendedoras, porque es un camino nuevo. Entonces, estar el 8 de marzo, cuando ya termina la manifestación, cerrando ese día maravilloso con un concierto y siguiendo las Ladies in Blues, era simbólico y atractivo también estar ahí.
C: Igualmente, nosotras tenemos disparidad de opiniones también, como en cualquier agrupación, cada una también se lo toma de una manera distinta y eso también nos ha llevado a reflexiones. Todas creo que antes de la huelga del año pasado [2018], que fue la primera huelga, hemos vivido el día del 8 de marzo de una manera como muy saliendo para fuera. Ahora es verdad que hay otro movimiento contrario, el cual algunas apoyamos de una u otra manera, vaya. Pero lo que sí queríamos era recoger toda esa tradición que hemos vivido durante toda nuestra vida de visibilizar el trabajo de las mujeres, no solo de las mujeres, sino de las mujeres en minoría. Creo que es un poco lo que tiene que salir en estos momentos. Yo, por ejemplo en mi caso, hago huelga como profesora –cerramos la escuela–, voy a ir a la manifestación, no voy a consumir nada en todo el día. Y lo que sí que nos gustaría es cerrar el día con un evento de visibilidad, con un evento reivindicativo, porque somos una clara minoría en el jazz y el flamenco, porque hay muy pocos referentes de mujeres instrumentistas que componen, que arreglan, y también cerrar un día de huelga de una manera festiva. Diciendo: “venga, aquí estamos todos y estamos todas y así se termina nuestro 8 de marzo de 2019.”
T: Y la vida sigue. O sea, el 8 hay que estar a tope, pero esto es un trabajo de granito a granito, y si ese día se visibilizan muchas cosas por mi parte me parece fenomenal. Pero creo que es un trabajo diario y que nuestra actitud también hará que se modifiquen leyes, que las necesidades que nosotras demandemos harán que los hechos cambien… No sé. Pero que le hemos dado muchas vueltas, Josep. [Risas]
De hecho, entre las cuatro no ha habido ningún conflicto, ni disparidad de opiniones, hasta precisamente el día de la mujer trabajadora. Que tenemos visiones diferentes con una raíz común de lo que queremos, pero hay un montón de matices en medio. Pero es curioso que hasta ahora no ha habido peros en nada, “se hace esto, tal, se hace cual, tal….”. Y en esto hemos dado muchas vueltas.
E: Yo creo que también porque el 8 de marzo cambió el concepto un poco. Cada vez se está poniendo más fuerte el tema de la huelga, sobre todo de la visibilización de la ausencia de las mujeres en los trabajos en los que siempre están las mujeres. Entonces, claro, no es tan fácil ahora posicionarse porque de cara a ese día se van cambiando cosas.
¿Habéis sentido presiones para no actuar ese día? ¿O pensáis en el concierto como parte de la reivindicación?
E: Lo que pasa es que, por ejemplo, en Café Berlín todas hemos tocado fuera del día de la mujer y esta fecha nos la podría haber dado cualquier día. Nuestro proyecto no funciona solo el 8 de marzo. Hace poco hemos tocado en la Fundación Amberes, tenemos otra fecha en el Bogui… Entonces, estoy tranquila porque es un concierto de visibilización y no un concierto en el que aprovechamos el 8 de marzo para tocar mujeres.
T: No, porque tocamos todos los días. Y ese día es un concierto más pero tiene una carga simbólica, sin duda.
C: Yo de todas formas, pienso que todas las decisiones llevan un poco de contradicción en sí mismas. Contradicción entendida como como distintos puntos de vista desde los que se pueden ver. Yo personalmente, creo que es tan contradictorio como importante tocar ese día.
T: Yo también lo creo.
C: Vivimos y venimos de mundos distintos… Eso también te hace afrontar el día de una manera u otra. Yo sí, estoy rodeado de mucha gente que me lo ha puesto en duda, aunque nadie me ha dicho “no tendrías que hacerlo”, pero a ver… la polémica está servida, está sobre la mesa, eso es así. Yo sobre todo, lo que no quería decir es: “obviamos que hay una huelga”. Hay una huelga. Otra cosa es como la afrontas o desde qué punto de vista tú la ves, o si estás de acuerdo con ella o no.
Sobre todo lo que no queríamos era que coincidiera. [Queríamos] que fuera al final, que fuera como un cierre, que sé yo. Por eso lo retrasamos también en el Berlín para que no coincidiera con la mani, y poder cerrar el día todas desde sus distintos puntos de vista. Claro, reivindicativo. Va a ser reivindicativo en tanto en cuanto tú vienes de una manifestación y te subes a un escenario. También estás un poco como con la adrenalina. “¡Aquí están mis chicas, ahí fuera están las chicas…!”
T: De hecho, todo lo tocaremos todo más rápido… [Canta melodía acelerada] [Risas].
C: ¡Seguro! Que no llegue nadie tarde porque en 10 minutos nos hemos ventilado todo.
Recientemente habéis estado en Radio Nacional y quería preguntaros por vuestra relación con los medios. ¿Cómo cambia esa relación y cobertura durante este mes y durante el resto del año?
E: Somos muy famosas. [Ironía].
T: He de decir que a mí me molesta mucho que me preguntes: “Y tú como mujer….” Pregúntame por las composiciones, por el año de trabajo que llevamos, por la música… Se subraya eso y está bien también, porque sin duda ser mujer implica muchas cosas. Pero este mes se subraya sobre todo el hecho de “tú como mujer qué tal…”, y a veces parece que se deja la música o el arte en un segundo plano. Eso a mí me incomoda un poco. Que en este mes o esta semana haya un tablao solo de chicas… ¿Y el resto del días? Es como el día de los enamorados, nos queremos mucho el 14 de febrero. ¿Y el resto de días?
E: Es una pena que se convierta eso en una especie de día de los enamorados… O sea, que sea como “venga, ahora vamos todas a comprar el pañuelito morado el 8 de marzo”. Pero bueno, para mí creo que son cosas que son necesarias ahora mismo. Y de cara a los medios, en realidad, no lo habíamos hecho antes, era como que teníamos un concierto en el Berlín y hay que llenarlo, básicamente. Había que hacer prensa un poco. A lo mejor es verdad que el 8 de marzo tiene este peso, pero a la hora de hacer la prensa creo que no lo hemos elegido por el 8 de marzo sino también porque era un concierto.
C: Trini y yo hemos mandado cual malas bestias a todos los medios. También por ser el 8 de marzo yo me pongo un poco ahí en plan reivindicativa –que no siempre estamos de acuerdo, eh, pero yo soy así. He escrito a muchos medios –igual a 20– y con contactos directos, diciendo que nos gustaría poder hablar también de la situación de la mujer en la música moderna, de la minoría…. y no me han hecho ni puto caso. No me han hecho ni caso el 8 de marzo. En ese sentido, nadie me ha hecho más caso que en otras ocasiones.
Luego sobre el día de la mujer yo soy mucho más esperanzadora. Me parece que cuando una cosa sale de repente se hace evidente, y eso puede llevar a coger como una carrerilla. Pero me parece con el día de los enamorados igual. [Risas] Las parejas están to rancias en sus casas, sin darse ni un puto beso, ni un abrazo, o decirse tal… y entonces el día de los enamorados se van a un restaurante a cenar y brindan con vino y eso de repente puedes decir: “joder, y por qué no nos volvemos a mirar a la cara y volvemos a empezar…”
Entonces yo no pienso realmente que las mujeres vamos a salir con el pañuelo… Vamos con el pañuelo pero yo creo que en el fondo las mujeres… ¿Quiénes somos las mujeres? Eso es un plural inabarcable. Pero yo en mi ámbito sí que siento que las mujeres luchan de la ostia y el día 8 salen y el día 9 están ahí otra vez. Yo no conozco a nadie que vaya [de militante] y luego digas: “pero tía, tronca, si no haces ni el puto huevo…”. No conozca a nadie. Quisiera conocer donde está eso.
¿Qué diferencias creéis que hay entre la vida que experimentáis en la escena y en la apreciación que sentís ahí y la que habéis sentido quizás en otros ámbitos (familia, escuela, trabajos de otro tipo) con gente que no participa en la escena?
E: Es difícil porque yo creo que lo de tocar y todo eso hay veces que estás aquí arriba y todo te parece bien, y hay veces que tampoco estás a lo mejor muy seguro y también te afecta más que en otros ámbitos de trabajo. Es muy emocional. No siempre es lo mismo, ni tocas siempre con la misma gente… Personalmente creo que tiene mucho de según la situaciones, como te encuentres, con quien toques… todo eso influye.
T: Yo he tenido un montón de juicios como madre. Por irme de gira a Italia, por ejemplo. “¿Te vas de gira a Italia con danza? ¿Cuantos días?” “Ah, ¿y el niño?” El niño tiene un padre, una familia, una tribu… no lo dejo a su suerte. Y su madre está feliz y ejerce su trabajo.
O en el flamenco, tener a un guitarrista y decirme: “pues ¿tú no tenías un niño de dos años? ¿Y quién le da de comer?” Le digo: “Pues aquí estoy tocando contigo, jaja.” Tienes que ser diplomática, en mi caso, para no decir: ¡vete a la mierda! [risas] Decir “quiero seguir trabajando…”
L: Hay que encontrar una manera más bonita de decir esto.
C: Yo creo que en el mundo exterior esto no está bien aceptado ni por hombres ni por mujeres. En el sentido de, por ejemplo, trasnochar. Es una cosa que yo creo que es extraña. Decir: “¿Pero y a tal hora te levantas? ¿Y a tal hora te acuestas?” Para nosotras es un poco más por el tema de la familia. Yo personalmente es que como tengo la escuela y como en todos los grupos en los que he estado también he tenido que tirar…
Lo veo con mis amigas, que son ingenieras de montes. Todas tienen sus estructuras de jefes… están mucho más acostumbradas a: “no sé, es que me dijo tal…” Yo como tiro, pues también tomo decisiones y estoy más acostumbrada. “¿Pero por qué haces eso? ¿Pero qué mierda es eso? Ah, buf, es que no, es que decidieron que se hacía así…” Yo con gente que no se dedica a [la música] sí me he encontrado un poco eso. Pero creo que es también por la situación personal.
Y luego está la cosa de los horarios. Los horarios son chungos. Para las mujeres es como raro que estés trasnochando. A ver, no es tan raro, pero con el mundo exterior sí.
L: En Brasil, en todas mis relaciones llegamos a este momento de… mmm, creo que no vamos. Sí, llegamos a este punto porque no se aguanta. Yo toco. Quiero viajar, quiero ir de gira, quiero esto, quiero lo otro…. “¿Pero vas otra vez de viaje?” Esas cosas, sabes.
E: Al final por eso terminamos todos con músicos. [Risas]
T: Y es horrible por otro lado. [Risas]
C: A ver, hay que entender también… los ritmos.
Se combina el estilo de vida…
C: Y las obsesiones también.
L: Porque trabajas un montón, trabajas de otra manera y cobras menos, por ejemplo.
C: Sí, eres un puto pringao…
L: Sí, es eso. Tú tienes tus amigas ahí ingenieras, que deben cobrar mucho más que nosotros.
C: Sí, claro.
L: Yo tenía un novio que cuando salió de la universidad ya cobraba un sueldo que yo nunca voy a cobrar, directamente. “¿Te van a pagar eso?” “Pues yo te pago esto…”
T: Ahí se mezclan cuestiones de género y cuestiones de música. O sea, la música está fatal valorada. No está respetada como profesión, básicamente.
L: En esa situación es como si tú fueras siempre una niña. “Ah, qué bonita”, “no, no hace falta, yo pago.” “Vale, qué bonita. Echa tus moneditas aquí…” jajaja. Te voy a dejar pagar para que no empieces a chillar.
E: Yo pobre con pobre…
¿Cómo describiríais el papel de la mujer en el jazz y en el flamenco?
T: En el flamenco es curiosa la polarización porque hay muchas más mujeres que bailan y está bien visto, pero el papel de los hombres ha sido difícil –el de ir incorporándose. Como todo tiene su razón de ser en las músicas que están escenificadas: los que demandaban ocio a principios de siglo eran los hombres, entonces una mujer reclamo como es una bailarina –que el reclamo va por lo sexual– o una cantante –que está más asociada a las varietés, al cabaret– tenían más tirón que un bailaor.
Las mujeres que cantan siempre han cantado en casa, han enseñado a sus hijos, y son los que se han profesionalizado porque han salido de lo doméstico a trabajar, pero las mujeres se quedaban en casa. Por ejemplo, Camarón decía que el 70 por ciento de su cante viene de su madre. Es curioso porque no transcendían de lo doméstico a lo profesional, eran ellos los que podían salir.
C: En el caso del jazz, las mujeres instrumentistas es una clarísima minoría. El jazz nace en EE.UU. en distintas regiones, viene de los negros. Ya solo venir de una raza que ha estado considerada desplazada e inferior, imagínate una mujer negra. Ha sido una cosa que se ha tenido muy aislada. Luego poco a poco, empezaron a salir también mujeres cantantes de jazz, que hay muchas. Ahora mismo, en la escena aquí en Madrid hay muy pocas mujeres instrumentistas que se dediquen al jazz. Está contado con los dedos de la mano.
E: Pero cada vez hay más.
C: Cada vez hay más, pero vaya. Tú ves una big band y quizás hay una mujer. Quizás. Tú vas a una jam session y quizás hay una mujer instrumentista. Obviamente cada vez hay más pero hay una clara mayoría de hombres instrumentistas. Luego sí que se ha evolucionado muchos hacia grupo de hombres y vocalista. Que es la hostia, eh. Súper bonito. Pero es otro concepto.

Lisi, Gabriel y Epi Pacheco durante la actuación de Quartetazzo en el Café Berlín, Madrid, 08/03/2019. Al fondo, Trinidad y Leticia. (Fotos: Ferdi Pérez)
¿Os habéis planteado preguntas en torno al tema de la apropiación cultural o la apropiación de músicas ajenas?
L: Eso es enorme. Porque las reivindicaciones de los grupos son legítimas. Porque el tema de la apropiación cultural… El movimiento negro por ejemplo ha hablado de los turbantes; que pones a una modelo blanca en una pasarela en París, pero no pones a una modelo negra. Entonces es muy complicado pensar desde donde puedo hablar. Yo no sé qué es nacer negra y que me sigan en un supermercado, yo no sé como es eso, yo no lo sé por mi piel.
T: Desde el momento en que entran los mass media, se acabó. Porque puedes estar en China viendo música de El Congo. Por el hecho de ponerse un turbante en una pasarela, ¿lo están haciendo mal? Es que no lo sé.
L: Yo tampoco. Parece una cosa muy sencilla, pero muchos se sienten así.
C: Pero de lo que estamos hablando de la apropiación cultural –de nosotros hacer jazz o hacer flamenco, entonces…
L: Sí claro. Pero aquí, por ejemplo, una amiga brasileña me dice: “Ay, ¿por qué estas personas, españoles, están ahí tocando forró?
T: [a Leticia y Emilse] ¿Por qué vinisteis vosotras dos a estudiar flamenco?
L: Sí, estamos aquí las dos estudiando flamenco.
C: Estas fronteras están ya bastante abiertas en música. Y son también composiciones nuestras, no estamos haciendo ninguna réplica ni nada… Si alguien nos quiere decir: “¡pero eso no son bulerías!” Pues al final decimos: “esto bebe de fuentes, y ya está.” Entonces por ahí no creo que…
T: Rosalía tampoco ha dicho que haga flamenco. De hecho, lo aclara todo el rato. Y la gente está ahí con el bazoca, preparada para zurrarla.
E: Pero eso pasa siempre, eso es así, sobre todo con los géneros que son así tan de país.
T: Pero a Camarón se lo cargaron cuando metió ahí… Y el padre de Paco de Lucía decía [de Carles Benavent] que era un chufla que sonaba como un fantasma con el bajo. “Has metido un fantasma ahí en el flamenco…”
C: Todo lo extraño… Satié era un monstruo… La historia de la música ha sido así.
¿Pensáis que hay ciertas formas de interpretación femeninas o más femeninas que otras?
T: La terminología en música es machista a veces. El comienzo masculino es en parte fuerte y el femenino está en parte débil del compás. El lenguaje vislumbra mucho. “Es un comienzo femenino…”, y eso está en tratados –no de los 70– de los 90. El cambio y la reivindicación que digo, no solo en el 8-m: a mis alumnos les voy a decir que no se llama en femenino, que empieza en parte débil.
¿Cómo habéis vivido y qué pensáis sobre las transformaciones de los últimos años en relación al auge de reivindicaciones en torno a la celebración de la mujer, el feminismo y también la desigualdad, la discriminación y los abusos de poder de sexuales? Se habla de que pueda estar de moda…
L: Creo que estamos todos en reconstrucción. Aunque no nos guste, la sociedad sigue siendo patriarcal. Estamos en el patriarcado, intentando cambiar. Pero ahí estamos. Yo todo el rato estoy como… pongo la mano, quito la mano de la mesa. Me siento en reconstrucción.
T: Pues yo creo que por la reconstrucción que tenemos, que esté ahora esto de moda, pues bienvenido sea, por toda la ausencia que ha habido antes. Supongo que en algún momento este boom se aclimatará y nuestra situación mejorará. Pero ¿que esté de moda? Bienvenido sea, porque durante siglos no hemos estado presentes. Si ahora está de moda… a quién le escueza, lo siento. Es un momento bisagra yo creo, muy interesante.
C: Yo creo que lo que estamos viviendo es el punto de que haya más referentes.
E: Yo eso lo veo por ejemplo en mi hijo, que me dice: “mamá, ¿sabes que antes los hombres se creían mejores que las mujeres? Y tiene 5 años. Lo han hablado en el colegio. ¿Cuándo se hablaba de eso? Claro, que ya estén hablando de igualdad en infantil…
T: T: Eso está genial. Es es la clave yo creo.
C: Lo que te digo de los referentes. Gael nace y sabe que su padre se va a tocar y que su madre se va a tocar. Yo creo que nosotros lo que hemos tenido ha sido distinto, por más que nos han educado en la igualdad, pero yo en mi caso, mi padre se ha conseguido desarrollar profesionalmente mucho más que mi madre.
¿En qué medida pensáis que esos movimientos y transformaciones globales y nacionales, muy presentes en los medios durante los últimos años, han tenido una repercusión en la escena musical y en el mundo cultural en el que os movéis?
L: Creo que solo de hablar algo ya cambia. Antes no hablábamos. El Me Too también, por ejemplo. Eran las locas: “esta es una loca, una histérica…” Al final, te das cuenta de que había violaciones por todo el mundo y en un país súper importante.
C: La cultura al final también es el día a día. Para mí es súper importante. En plan para nosotras reconocer también: “Ah, ¿pero entonces esto significa esto?”. Y para evolucionar como mujeres, como ciudadanas, como profesionales, como músicas, como empresarias, como lo que sea. Y a ellos también.
Enlaces de interés:
Quartetazzo; El Molino de Santa Isabel (2010); Gabazero (2017); Revista La Noche en Vivo (marzo 2019); 8M, 4 flautas (El Cultural)