Ladies in Blues: “Cuando una mujer está encima del escenario tiene que empoderar a las de abajo”

Laura Gómez Palma (Argentina), Marta D’Ávilas (Madrid), Mariana Pérez (Bilbao), Laura Solla (Pontevedra), Patricia Göser (Alemania) y Tatiana Firminio (Brasil), Festival Ellas Crean 2019
Texto: JOSEP PEDRO
Concebida en 2016, Ladies in Blues es una reunión de mujeres músicas dedicadas al blues y a otros géneros afroamericanos como el góspel, el jazz y el soul, además del rock ‘n’ roll. Más que un grupo fijo y consolidado, se trata de un proyecto emergente, variable y extraordinario; una superband de músicas experimentadas que se encuentran para tocar, improvisar y redescubrirse en la interpretación. La formación de Ladies in Blues surgió en estrecha colaboración con el Café Berlín (Madrid) y con la programación de ciclos temáticos de blues por parte de Jorge Biancotti (ex-presidente de la Sociedad de Blues de Madrid), cuya propuesta original fue dedicar un evento a la importancia central de las mujeres en la historia del género. En su debut, las Ladies fueron Marta D’Ávilas (voz), Patricia Göser (voz), Susan Santos (voz y guitarra), Tatiana Firminio (piano), Laura Gómez Palma (bajo) y Ezequiel Navas (batería). Además, contaron con la participación del armonicista Fernando Jiménez.
El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Ladies in Blues actuó en el Café Berlín como parte del Festival Ellas Crean (Comunidad de Madrid), que cumplió su 15 aniversario. En esta ocasión, el grupo incluyó a Marta D’Ávilas, Patricia Göser, Laura Solla (guitarra), Tatiana Firminio, Laura Gómez Palma y Mariana Pérez (batería). Además, contaron con la colaboración de Marina Sorín (phonoffidle). Este tipo de asociaciones y cambios, tan propios de la escena musical, responden a la constante movilidad e interacción con otros músicos de distintas generaciones y orígenes geográficos. Como sexteto de blues urbano, el estilo de Ladies in Blues se basa principalmente en el blues eléctrico, el rhythm & blues, el soul y el funk afroamericano. Así, su repertorio del 8M incluyó versiones de canciones de varias blueswomen como Koko Taylor, Ruth Brown, Etta James, Sugar Pie Desanto y Katie Webster, así como interpretaciones de clásicos del blues, jazz y soul. Haciendo gala de un eclecticismo alegre y desenfadado, las músicas de Ladies in Blues conforman un grupo plural cargado de talento y experiencia. Entrelazan sus voces y se sumergen con éxito en la tradición cultural del blues, dejando claro que están listas para seguir su rumbo.
¿En qué medida sentís este proyecto como diferente al resto de grupos en los que participáis (De Holidays, The Luckymakers, All4Gospel, Cherry & The Ladies, Gallos…)?
Patricia: Es distinto porque no hemos tocado nunca juntas. Nos estamos conociendo. En cuanto al repertorio, lo hemos elegido las cantantes, pero también pensando en las instrumentistas.
Mariana: Para mí es nuevo porque yo vengo más de bandas de rock, punk… Me gusta mucho la música y toco varios palos. Estoy tocando rock ‘n’ roll con The Ladies y el blues y el rock ‘n’ roll me resultan un reto en la batería. Por eso quizás hay menos baterías femeninas que tocan blues. Aparentemente es una base muy básica, muy sencilla de entender pero no de interpretar. Es muy guay por eso y estoy súper contenta de formar parte de esto.
¿Tenéis alguna la sensación de estar metiéndoos en otra escena con este proyecto? ¿O pensáis que os movéis entre distintos mundos?
Laura Solla [L]: Yo creo que está guay sobre todo para que la escena de blues se abra un poco. Que al final es una escena bastante cerrada. Conocemos a todo el mundo y yo soy súper amiga de todo el mundo. Pero que a lo mejor no te llaman para tocar.
M: Tú tienes una frase muy buena, ¿no?
L: Soy demasiado rockera para los blueseros y demasiado bluesera para los rockeros, sí.
P: Ahí entramos en lo de puristas…
Marta [MD]: Sí, es curiosa esta reunión porque yo creo que rompemos un poco el rollo que hay aquí en Madrid –que es una opinión mía personal totalmente, no la quiero extender…
L: El rollo de La Coquette y todo eso. Que me encanta. Estoy todo el día en La Coquette. Pero me refiero que, sólo se llaman entre ellos, ¿sabes? Las bandas que vienen de fuera, las vas a ver siempre a la misma base rítmica acompañándoles, el mismo guitarrista… Y me encantan porque tocan de la hostia.
P: Pues a mí me aburre.
M: ¿Y ahí hay nuevas generaciones?
L: No, las nuevas generaciones tocan otros estilos. No hay nuevas generaciones tocando blues. Yo. Yo soy las nuevas generaciones tocando blues. Todos tocan R&B, neo-soul, hip hop y cosas así. En la guitarra hay una tendencia muy moderna ahora… ¿Qué es esa onda? La gente de la creativa y todo eso, que tocan otro rollo, otro lenguaje, otra cosa. La gente de 18 años toca de la hostia eso.
M: Y con las tecnologías también.
¿Qué diferencias sentís que hay entre actuar en un grupo todo de mujeres, en un grupo con otras mujeres y hombres, y en un grupo siendo la única mujer?
MD: Desde hace 2 o 3 años, para mí está siendo una experiencia muy positiva currar con mujeres. Llevaba toda la vida currando con hombres por cosas, circunstancias, y un día me lo planteé. Lo hablé con Tatiana curiosamente. Me cayó la ficha y dije: “¿Por qué no he tocado nunca con tías?” Además había escuchado mucho comentario por amigos o tal de: “es que las tías juntas…”. Está esa historia por ahí pululando. Fue un deseo propio en mi caso, decir: “jo, me encantaría coincidir con mujeres”. Es algo que no me había planteado con esa intensidad.
Cuando empecé a coincidir con Tatiana y con [otras] me di cuenta de que no es que las prefiriera o no, sino que me sentía muy a gusto con mujeres. Que me puedo llevar como el orto con una tía, eh. Quiero decir, que no es con todas. Pero hay una dinámica de trabajo, para mí, mucho más productiva. No voy a generalizar, todo esto de generalizar es un gran mal, pero yo me he sentido muy a gusto y, precisamente por ser esa novedad, lo he vivido con mucha alegría. Qué bien, estoy currando con compañeras y no hay ninguna diferencia ni en cuanto a calidad, ni en cuanto a [nada]. [Alegría] simplemente por haber roto con una cosa que llevaba haciendo, no sé por qué, toda la vida. No había coincidido más que con una bajista.
M: Sí, yo también. Yo he estado con una banda de solo chicos siempre. Siempre he sido la que le preguntaban: “¿Tú que eres la cantante?” “No, soy la batería.” “Ah.”
L: Bueno, a mí me lo siguen preguntando.
M: El cambio [en un grupo de mujeres] es que al final te sientes más como en tu familia, como con tu madre y tus hermanas, con tus abuelas. En un ambiente más cercano, más familiar, más de amigas.
MD: Y un poquito más cuidador, no sé si a lo mejor esto es casualidad, pero un pelín más de cuidado.
M: Sí, yo creo que hay más claridad también. Con los chicos igual te diviertes mucho, pero no sabes verdaderamente si la cosa va muy en serio o si no va tan en serio… [risas].
P: El lenguaje es diferente.
MD: Te ahorras muchas tonterías. Será topicazo, pero a todas nos habrá pasado, estar en un grupo determinado y sentirte como… “¡No soy un florero eh!” Es más, si eres la cantante es como que todavía eres más florero. Yo esto lo he oído literalmente a compañeros. Huele ya mal pero, bueno, hay de todo.
M: Hay de todo y al final trabajas con personas, chicas y chicos.
L: Trabajas con personas, con músicos.
M: Yo creo lo que mola también mucho es que sea algo que genere un cambio en la escena del blues [y] en la del rock ‘n’ roll para que al final estemos súper mezclados. Porque yo en la situación que más cómoda me he sentido es girando con Cápsula, un grupo vasco que son una pareja, y en la furgoneta íbamos tres chicos y tres chicas. Era de puta madre, sabes, era lo más natural, del todo. Ojalá que dentro de cinco años estemos en el blues, en el rock ‘n’ roll, en el punk… y estemos igual.
L: De un tiempo a esta parte hay más chicas que tocan.
P: Y no en los instrumentos de siempre, como cantantes.
MD: Antes era rarísimo, las cosas como son.
L: Menos guitarristas hay de todo. Y bateristas también hay pocas.
MD: Cada vez hay más mujeres tocando la batería en el blues. Me ha llamado la atención. Lo de la Sociedad de Blues, las cosas como son, generó un caldo de cultivo para el rollo del blues. Más lugares, más circuitos y más tal… Todo ha ido sumando, hablando de este género en concreto.
¿A qué tipo de equívocos os habéis visto expuestas durante vuestra trayectoria o en giras y conciertos?
M: Tocas bien para ser una tía…. [risas]. Lo típico.
P: Superar los clichés, superar los clichés que te ponen.
L: ¿De quién eres novia?
¿Eso os lo preguntan habitualmente?
L: No, en pueblos de la España profunda.
P: Ah, y el cliché de “bueno, no te dedicas a ello, ¿no?” Es como si fuera un hobby. Yo creo que pasa todavía mucho. Pasa mucho también con los hombres, pero más aún con las mujeres. Como si fuera un hobby, no una profesión.
L: ¿Y se puede vivir de la música?
MD: Y si has tenido un hijo te dicen: “¿Ah, pero todavía cantas?” Digo: “No, me he muerto, me he ido al más allá, ya no soy un ser humano…”. A mí esto me lo ha preguntado mucha gente, eh. Muy fuerte.
P: Yo tengo muy claro que quiero cantar hasta que me muera. Yo no lo voy a dejar ya nunca. Porque es una pasión y también es un trabajo, un oficio. Pero hay mucha gente que no siente lo mismo. Es que hay ese cliché, más en las mujeres que en los hombres, de que la música… “Ah, es amor por el arte”. No te toman en serio.
¿Cómo describirías el estilo y el repertorio del grupo?
P: Mujeres clásicas en el blues, rhythm & blues, baladas… [y] algunas cosas son fusión.
L: Tirando a tradicional. Y soul también hay.
MD: Hemos intentado tirar de canciones cantadas por mujeres, que cuando empecé con el blues todas las sugerencias que me hacían eran todos tíos.
L: Y anda que no habrá mujeres en el blues…
P: ¡Muchísimas!
MD: Claro, pero yo cuando empecé con Black Bone todo lo que me sugerían ellos eran temas de tíos, todos. Si yo colaba algo era incluso que se salía. En este caso, lógicamente hemos barrido para casa. Por el instrumento que tienes [la voz], tiras más de escuchar la referencia de una cantante femenina. Aunque a mí me ha dado siempre igual. Si me gusta una voz me da igual que sea masculina o femenina. Me gusta el feelin’ que tiene y punto.
En el blues mi favorito es John Lee Hooker. Me lo quedo por encima de todas las cantantes de blues porque fue el que me enganchó por ahí. Yo el blues lo veo más como un feelin’ y esa es mi visión totalmente particular. Pero en este caso [Ladies in Blues], es verdad que hay muchos temas de mujeres. Nosotras hemos tirado más hacia los 70, 60, 50 y ahí hay referencias de blues muy de raíz.
¿Sentís el contacto entre el blues y el soul como algo natural?
P: Sí, y el blues y el góspel.
MD: El blues en contacto con todo.
L: Música negra.
P: Sí, blues, jazz…
L: Y funk.
P: Además a mí me encanta la fusión.
MD: Podría incluso ser un poco polémico el concierto.
P: Para los puristas.
MD: Incluso a lo mejor yo puedo entender para mucha gente en el circuito de blues… Decir: “ostras, no están las personas más representativas de lo que es el blues entendido como…”
P: Pero si no nos han ni anunciado en la Sociedad de Blues, o sea que no pasa nada… [risas]. Esto lo tengo que dejar caer.
MD: Somos un poco intrusillas a veces, ¿no? Yo nunca me vendí como alguien que hace solo esto y es purista de esto. Para nada, jamás, nunca me he vendido como eso. A mí me han llegado críticas directas y amigos que te lo dicen. Pero es que para mí no es una crítica.
P: Yo no entiendo esa necesidad de que tenga que ser… limpio y puro. ¿Qué es limpio y puro? Para ti es una cosa y para mí es otra. Y además, ¿por qué tiene que ser limpio y puro? Qué gilipollez es esa.
MD: Yo es que como no soy americana, entonces no soy limpia y pura, sabes.
L: ¿Cómo vas a ser puro si eres español?
MD: Pues eso es a lo que voy, que yo me quedo más con el feelin’.
P: ¡Es música! Y es un sentimiento. Es blues y también es otras cosas.
MD: Bueno, pero tú te vas a La Coquette y dices: “¿puedo venir aquí con De Holidays?” y a mí me han dicho que no. He preguntado en La Coquette tres veces ya –no lo pregunto más– y Albert me ha dicho que no, que eso no es blues. Digo: “Ah, bueno, Billie Holiday no tiene blues, venga vale.” Hasta luego Lucas. Esa gilipollez como la copa de un pino. Y luego te ves un día que están tocando ahí fulanito de tal, se tocan un tema que es un funky y dices tú: “pues, muy bien, ole, claro que sí, pero esto no es blues.”
L: Sí, pero les jode.
MD: ¿Les jode?
L: Sí, tía.
MD: Ah, pues no me he enterado. Es que yo salgo poco.
L: Sí, sí. Mucha gente lo hace en plan destrangis sin avisar. De repente meten un funky, pero ellos el funky… Pero la gente lo hace, se la suda.
Patricia: Ya, yo tampoco lo entiendo. Y luego que si tocas en la Sociedad de Blues tienes que tocar blues porque si no se mosquean contigo.
¿Cómo describiríais la importancia y el rol de la mujer en la tradición del blues y la música afroamericana? ¿Qué tipo de vínculo sentís respecto a las cantantes e instrumentistas de la tradición?
P: El vínculo es la lucha, por ejemplo. La lucha que llevan. Qué lucha tenían esas mujeres…
MD: Mujeres y negras. Yo creo que en esa época ponerte a hacer eso… Agüita eh. Tenías que tener…
L: ¡Y pobres!
P: Eso es admirable. Y con talento.
MD: Tenían todo el pack. Creo que eran mucho más valientes de lo que podemos ser ahora. Como cantante tengo que decir, además, que no es casualidad que eligieran este instrumento. El que elige la voz tiene una necesidad de expresarse. Yo ahora que estoy estudiando clases de bajo, me está encantando, pero me doy cuenta de por qué he elegido [la voz]. Hay una necesidad de expresión a un nivel [íntimo], una necesidad que te pide que sea por aquí. Y en esa época creo que era de ser ya tremendamente valientes porque si ya cantar en público [impone]…. Incluso músicos buenísimos con los que yo trabajo, tú les pones un micro y muchos se te vienen abajo. Dices: “¡Pero si tienes unas tablas que…!”, “¿Qué te ha pasado?”
Porque este instrumento [la voz] es hacer así: “zrasca, zrasca” [desnudarse]. “Te voy a enseñar todo lo que tengo dentro”. Creo que no va de divismos. Va de que emocionalmente te muestras totalmente desnuda. Entonces me parece que eran tías que era como: “mira, o hago esto o… pégame un tiro si quieres. Ya estoy jodida, más jodida no puedo estar.” Por ahí sí que conecto mucho. Siento que conecto con el sentimiento de lo que es el blues, más que de si está siendo estilo puro o no. Y más con la esclavitud, porque esta música viene de lo que viene. Eso es así, el agridulce ese que tiene viene de ahí. Ésa es la parte con la que conecto más del género. Es con lo que me quedo, mucho feelin’.
Tratándose del día de la mujer trabajadora y de una jornada de muchas celebraciones y reivindicaciones, ¿qué importancia le dais al concierto del 8M frente a otros conciertos?
L: A mí me ha pasado una movida. Que como es huelga, se me han echado encima diciéndome: “¿por qué trabajas ese día?” Te lo juro. Varias personas. Y diciéndome: “es mejor que no le deis promo a ese bolo”, cosas así. Pero poniéndoseme en serio, en plan como rollo amenazándome no, pero en plan…
MD: ¿Compañeros de música? ¿De la profesión?
L: Sí, sí, músicas.
M: Yo creo que el debate de si hacer la huelga o no hacerla es algo que cada uno lo decide y que está ahí en todos los trabajos. Yo trabajo en una oficina y también hay gente que la hace y gente que no. Yo creo que el objetivo del concierto y del ciclo Ellas Crean es visibilizar aún más a las mujeres músicas y que el público disfrute con bandas que no son lo habitual. Y que a partir de ahí exista más y más normalización. El día ese para nosotras ese uno más, desde mi punto de vista. Es verdad que es uno más que te pilla con más fuerza, más simbólico. Pero la lucha es los 365 días del año.
P: Y hay que respetar que cada uno lo reivindique a su manera. Yo creo que estando ahí [en el escenario] es mejor. Me parece genial tocar y que seamos todo mujeres y salir del estereotipo.
L: Además, todas estamos de acuerdo en que ninguna estamos anunciando este concierto en plan feminismo power ni nada de eso. Y me encanta. Hay mucha gente en plan “chicas al poder, no sé qué…”
MD: Es que no vamos de ese palo.
P: Yo de hecho estoy un poco cansada de la palabra feminista. Y veo que hay mucha gente reacia a esa palabra.
MD: Es un debate eso.
M: Ahora parece que lo que hay que hacer es la huelga. Porque el año pasado fue un éxito y es verdad, pero es como que ya…
L: Es que el año pasado la manifestación fue una movida, eh.
M: Sí, pero que la huelga y la reivindicación son todos los días del año. A mí no me sirve nada ir a una manifestación si luego me están pagando menos que a mi compañero de trabajo y no le estoy diciendo nada a mi jefe. Para mí la valentía está en ese día a día, en esas pequeñas luchas a las que todas nos enfrentamos con nuestras parejas, con nuestros padres, con nuestros jefes, con nuestros compañeros de profesión, con nuestros managers… Esa es la lucha.
L: Me encanta que todas pensemos igual porque hay mucha tontería en torno a este tema. Encima es que si dices algo, como no piensas de esa manera tan extrema, te preguntan en plan: “pero ¿qué pasa, no eres feminista?” Todas y todos tenemos que ser feministas.
MD: Cuidado, el hembrismo y el feminismo no son lo mismo. Es que es un temita… Yo creo que está muy bonito que ese día estemos ahí celebrando todas.
L: El feminismo está intrínseco. Tú lo tienes dentro de ti y no tienes que estar declarándolo todo el rato. A mí cuando me preguntan en plan: “buah, estás dando ejemplo como mujer que toca la guitarra…” No, no, no… Yo toco la guitarra y practiqué y estudié. Y sigo practicando y estudiando como cualquier otro. Me da igual. Nunca fui de eso y nunca voy a ir de eso. Es que me pongo seria porque es un tema muy serio y me toca los cojones. Por desgracia, para bien o para mal, me sale más curro por ser tía. Como está súper de moda lo de las tías que tocan, ahora es en plan: “un evento, necesitamos a una tía tocando…”
P. Y es patético, hay ofertas que dicen que quieren a dos mujeres que amenicen.
MD: ¡Que estamos rompiendo moldes!
L: Es que yo a veces me pregunto, ¿si no fuera tía y tocara la guitarra igual, no me saldría tanto curro o qué?
MD: Puede ser, Laura. Desgraciadamente. Bueno, currarías porque tocas de puta madre, ¿vale? Pero a lo mejor te bajaría un 25, 30 o 40 por ciento.
¿Notáis un cambio en la atención y el tratamiento por parte de los medios durante estos días?
MD: Por favor, excesivo. Es “mira, hay mujeres músicos”; para la foto. Sí que se ha notado. Está muy bien porque ves que hay un montón de gente, un montón de mujeres músicos e instrumentistas.
P: Luego el próximo mes es otra cosa.
MD: El mes de la castaña… [risas]. Es cierto que hay mucha pasta invertida y hay política detrás.
M: Pero bueno, todas nos hemos visto antes en periódicos. Yo tengo los recortes de periódico de cuando tenía 18 años y empezaba a salir. Es verdad que antes había menos [mujeres en la música], pero como nosotras ya hemos ido saliendo [en los medios], nos seguiremos viendo ahí. Estamos en La Noche en Vivo y el año que viene donde sea.
¿En qué medida pensáis en el concierto como un acto de reivindicación?
Patricia: Ese día ha sido elegido por algo, o sea que reivindicar se reivindica algo. Yo creo que sí, reivindicamos que los estereotipos se pueden romper, que no hay que estar con la mente tan cerrada.
M: Sí, y que somos una banda que tocamos blues y no estamos cerradas al 8 de marzo. Ese día lo coges con más impulso y tiene un motivo detrás evidente.
MD: Ese motivo no lo hemos elegido nosotras, evidentemente. Viene del exterior: “os ponemos este día…”. Porque la fecha que nos quitaron el año pasado no era un 8 de marzo. Está colocado muy estratégicamente. Yo ahí sí, lo siento, me siento un poco pegotín de: “ah, que ahora toca esto y ahora toca esto…” Bueno, no pasa nada. Si es para reivindicar esto, bien. Y si es para tocar con compañeras así, encantada de la vida, palante. Pero es que no me creo nada, la verdad, honestamente.
P: Vende, vende…
MD: Esa es la historia, que vende. Esa es la parte que a mí me chirría un poco. Incluso a lo mejor lo tengo que tratar con Jorge. ¿Se presenta el concierto o no? No le des más bombo a la historia. No vamos a hacer: “¡Mira, son chicas y están tocando!” “Mira, una guitarrista”. Por favor no, no. Ya se ha puesto en un momento estratégico. ¿Cuándo pega más? El 8 de marzo. Venga vale. Bueno, no te vamos a decir que no porque somos músicos, porque esto es mi trabajo. Y si me llaman para tocar con gente con la que tengo buen rollo en un sitio que suena de puta madre… Es muy personal también lo que estoy diciendo.
¿Qué diferencias creéis que hay entre el estilo de vida y la apreciación que sentís en la escena, y la que habéis sentido quizás en otros ámbitos con gente que no participa en ella?
L: Pasa una cosa, la gente de fuera no entiende absolutamente nada de lo que pasa en el mundo de la música. No entienden nada porque hay una especie también de secretismo y hay cosas que nos hablamos nosotros, entre los músicos, que no salen para la gente de fuera. Entonces no entienden nada. No entienden por qué hay que estar en 10 bandas para ganarse la vida, no entienden… “Pero, ¿qué haces, colaboras?” “No, no…” “¿No tienes tu banda propia?” “Estoy en 10 bandas”.
P: El ritmo de la vida y todo.
MD: Pues recalco que si eres madre y tienes un hijo te miran ya como si fueras una tarada. “Ah, ¿pero que cantas?” “Pero, ¿qué haces? “Pues conciertos y doy clases”. “Ah, pero ¿de qué?” “Pues tengo varias cosas…” A mí eso es algo que…
L: “¿Y compones tus canciones?”
M: Yo noto que a la gente en general no le gusta nada la música, salvo que seas famoso. Por ejemplo, en mi trabajo todo el mundo dice: “¡ay, qué bien! Avísame cuando toques…” Y luego… [risas]. Nunca, nadie. Nunca nadie me ha venido a ver. Hasta el día que toques en la Superbowl, en el WeZink, [o] antes que el Real Madrid… nadie. Al final dices: “es que a nadie le gusta la música, y yo soy una tarada, Laura es una tarada…” Porque nos gusta la música, y por eso estamos aquí. Pero a la peña se la suda.
L: La gente de a pie desconoce el circuito underground, que es lo que sostiene la música en España. Quitando los melómanos, los borrachos y la gente nocturna, que al final estamos entre ellos… [risas]. Yo salgo todos los días, tío. O sea, sí. A jam sessions y todo eso. Quitando la gente que realmente controla ese circuito y que va a eso, la gente desconoce que hay un circuito underground. Y que ahí hay gente tocando en directo todos los días, ganándose la vida todos los días en un garito desconocido.
P: Falta cultura musical y valorar la cultura en general, no solo la música, todo.
MD: Mira la anécdota que nos ha ocurrido. Valorad. Nos habían contratado en el acto de esta mañana del Instituto de la Mujer de la Comunidad de Madrid. Teníamos que estar para el día 8, luego se cambió al día 6. “Qué bonito, que quieren que cantemos un par de temas”. “Venga, vamos.” Y resulta que no les cuadraban los temas que les habíamos pasado y nos pasaron un tema hace tres días. Le dijimos: “es que no está en el repertorio, no nos da tiempo…” “Bueno, pues entonces lo cancelamos. Si no tocan ese tema lo cancelamos”. ¡Ayer eh! [día 5 de marzo respecto al día 6].
Patricia: Pero ayer. [Era] algo gratuito para hacer publicidad.
MD: Yo ahí de verdad me he quedado diciendo: “el Instituto de la Mujer…” Nos lo han suspendido porque no tocábamos la canción que la señorita, la directora del instituto, eligió tres días antes. [La directora del Instituto de la Mujer durante este periodo fue Silvia Buabent, que entra en 2018 y lo deja a finales de marzo de 2019].
¿Cuál quería?
MD: Una de Nina Simone.
M: “Ain’t Got No Life”.
MD: Propusimos “A Change is Gonna Come” y “I’m a Woman”. “Feelin’ Good” si quieres Nina Simone.
Era suficientemente reivindicativo…
MD: A lo que voy es que esa persona no ha tenido en cuenta…
P: El esfuerzo que haces por cuadrar.
MD: [Patricia] dando clases. Yo también trabajo, doy clases. Nos lo han cambiado de día, luego se ha anulado. Decís de la gente que no tiene ni idea ni respeto por los artistas… Los músicos somos como: “¡Si se lo están pasando bien!” “¡Anúlaselo, no pasa nada!” Oiga señora…
L: ¿Pero se anuló el evento?
MD: No, ha tocado una violinista, cariño… [risas]. A mí me han hecho palmar pasta y a [Patricia] también. Hemos quitado clases.
Tatiana: No se anula así, un día antes, y tres días antes: “quiero que toques este tema porque sí”.
Es muy feo y tratándose de una celebración del día de la mujer es súper paradójico, pero es una relación vertical…
M: Y que todo es muy precario, no hay un contrato por escrito y la gente no respeta la profesión.
P: ¡Ay, esto queda bonito! ¡Quiero esto! [tono burlón].
T: Sí, por capricho.
P: Y de me da igual la otra persona, aunque lo haga gratis… “¡Quiero esto!”
¿De qué manera afrontáis vuestra relación con el público en el escenario?
P: Ahí las cantantes siempre tenemos que dar más la cara. Es injusto, pero también es entendible hasta cierto punto.
T: La gente ve la voz, sí, sí, sí.
P: Sí, te sientes observado.
MD: Sientes una presión como un poco de “a ver qué suelto por la boca, que toda esta gente tiene que estar orgullosa…” En mi caso, además, me paso de natural y de graciosilla a veces porque es mi manera de ser en la vida real. Muchas veces, incluso algún compañero me ha dicho: “No seas tan cercana, ¿no?”
P: ¡Claro, [Marta] habla demasiado y yo hablo demasiado poco! Un ten con ten, ¿no? ¡Coño! [risas]
MD: Yo estoy muy contenta, sinceramente. Me he dado cuenta de una cosa, a partir de ahora va a ser: “¡engancha tú el micro y te comunicas tú con el público!” Porque conectar con el público es una cosa muy especial y muy delicada. Y como no conectes con el público, para mí estás haciendo un paripé ahí. Es más, en mi caso, si no conecto con él me voy trabada a casa. Es como: “no, no… ¿por qué? ¿En qué he fallado para no conectar?” Esa es la parte que me jode un poco. Esta presión… ah, cuando lo consigues, qué maja, qué graciosa, qué mona eres. Pero cuando no… Es un marrón, pero es un marrón bonito. A mí me parece muy interesante. El directo es muy ardiente, muy vital, está la vida ahí como diciendo: “esto tiene que salir…”
M: Claro, es una responsabilidad porque estás ahí delante y conectar con el público es súper importante. El público es como la mitad del bolo. Si está a gusto y se lo está pasando bien y baila… el concierto pilla calor y se va a otro sitio. Y si está frío al final dices: “pues bueno, estuvo bien, pero…” Te falta la conversación. El feedback.
P: Y cada concierto cambia según el público que hay.
MD: Ya te digo, vete a Valladolid… [risas].
P: Sí, pero cuando sales hay veces que te aplauden mogollón, cosa que no hacen aquí.
L: La gente en las jams a veces aplaude muchísimo. Depende del día. Hay días que están claros, pero de repente hay un día que te subes y te hacen la ola.
MD: Hay que sentir mucho el equipo arriba, si no tienes la sensación de que estás tirando tú solo y de que no lo levantas. La sensación de equipo y que haya buena onda, que tú sientas feelin’, que te guste como lo está haciendo ella, que te mole lo que… buff.
P: Sí, es importante. Como cantante necesitas el apoyo de tus compañeros, que te miren y que no estén así [parados y cabizbajos] en su instrumento. ¿Hola? Cuando alguien hace un solo y te emocionas, dices: “¡Uahh!” “¡Venga va!” [risas] Eso pasa tanto entre hombres como en mujeres.
MD: ¡Quiero un hijo tuyo! [risas]. Se nota cuando no está ese feelin’ ahí arriba y cuando no hay una onda [buena].

Laura G.P., Mariana y Laura S. actuando en el Café Berlín (Madrid, 08/03/2019) (Fotos: Ana Hortelano)
¿En qué medida pensáis que la guitarra y el momento de hacer solos están asociados a la masculinidad? ¿Habéis sentido algún reto o preocupación en ese sentido?
L: ¿La idea de masculinidad? La primera vez que me lo dicen. No tengo esa presión porque… Voy a decir una frase que estará fatal, va a quedar de flipada. Que la gente se calle la boca, no tengo [nada] que demostrar porque me pongo a tocar y la gente [responde].
MD: Que sí, que has percibido que impactas. Pues dilo, no pasa na.
L: Por mi presencia, por como soy, porque…
MD: Hombre, Laura tiene mucha testosterona yo creo. Yo también la tengo eh.
L: Que me tengo que tomar la píldora para compensar eso… Me meto hostión de hormonas femeninas, sí, sí.
MD: Si te lo estoy diciendo, no lo he dicho en plan negativo.
L: Y siempre me moví desde pequeña entre hombres. Tenía muchos amigos. Desde que empecé a tocar siempre toqué en grupos de todo tíos. Siempre me sentí como una más, uno más, una más, uno más, no sé. Para mí nunca hubo esa… Por eso a mí personalmente toda esa tontería que hay ahora de mujeres al poder en la música y todo eso, pues me la suda. Porque yo siempre fui una más en todos los ambientes en los que estuve. Y si hubo un atisbo de no ser una más, me lo gané, pero me lo gané por derecho propio. Me lo gané porque yo soy guitarrista. Y llevo 12 años dedicándole mi vida a esto. Soy guitarrista y me lo trabajo igual que cualquier otro. Por eso esa movida que hay ahora… no me siento identificada.
No quieres que te lo ofrezcan por esa condición…
L: Claro, es una condición pues que ahora mismo me viene que flipas. Ser tía. Porque está de moda. Me viene que flipas porque de repente eres algo exótico para la gente, para bien o para mal. Pues es un factor con el que has nacido y que te favorece en la vida.
En este momento, ¿no?
L: Claro.
P: En este momento, en este caso. Porque en otras casos como el de las mujeres negras antiguamente. Siendo mujer y negra ya…
L: Sí, que se las considera ahora mucho después de muertas. Se reconoce su trabajo ahora, en su día… En plan Sister Rosetta Tharpe, ¿sabes?
MD: Uff, madre mía.
L: Y hay otra movida. En las revistas de guitarristas –yo no me compro esas cosas–… En las Guitar World y todas estas aparecen pavas desnudas con guitarras colgadas, ¿sabes? Hay números especiales en las ediciones americanas que es todo [así]. ¡Además es que no saben tocar! Y es en plan, pero qué pasa, ¿es un instrumento para hombres?
MD: Perdóname, pero yo desde pequeñita cuando les veía hacer así [en postura de tocar la guitarra sobre un escenario], le decía siempre a mi hermana…
L: “Se está haciendo una paja…”
MD: Eh… es una prolongación, sí. Es una prolongación del miembro, ¿no? Tienes un mástil… No es algo tampoco extraño, no vamos a sacarlo tampoco [de contexto].
L: El rock incita al satanismo, a la perversión y a la promiscuidad… [tono humorístico].
¿Creéis que hay ciertas formas de interpretación musical más femeninas o más masculinas?
MD: Aunque la sensualidad está en los dos géneros, en la voz femenina se da un poco por hecho, a veces, que tengas que ponerte a un nivel todavía más… como si parece que le estés comiendo a alguien algo. Yo pienso que te puedes follar al público sin necesidad de estar haciendo los gestos de la gatita; el prototipo de “calienta el público”. A mí Imelda May no me ha hecho así en ningún concierto y me ha puesto… me ha follado la cabeza. Se puede ser mega ultra sensual y sexual con la voz y estás encima de la gente igualmente.
Seducir pero a través de…
P: La personalidad propia.
MD: Y el feelin’. [A través] de la canción y el mensaje. Mi papel aquí no es ponerte cachondo con mis movimientos sensuales, sino a lo mejor con mi feelin’ y con cómo te lo estoy diciendo. Eso sí que me parece machista. Me jode mucho además, que eso lo hagan muchas cantantes. Te lo confieso. Porque es como ponernos al nivel del puto betún y no dejarnos salir de ahí. Y hacer de eso la bandera estandarte.
Yo creo que una mujer cuando está encima del escenario tiene que empoderar a las de abajo. Es como: “Yo estoy aquí y tú si quieres también.” “Si te da la gana estar aquí… ”, o “si te da la gana ser fuerte para hacer esto o lo otro, tú tienes fuerza”. Ese feedback yo me lo he llevado y es de lo que más orgullosa estoy. Nos pasó en Valladolid, que te bajes del escenario y te venga una tía de 80 años: “¡Bonita! Ole, eh, ole, porque como se nota que tú eres valiente”. Me encantó que esa mujer de otra generación estuviera valorando esa parte, que creo que hay veces que no salimos del cliché.
¿Os habéis planteado preguntas en torno al tema de la apropiación cultural o la apropiación de músicas ajenas?
MD: Uff…
P: Yo eso lo siento más con el góspel. Cuando hago góspel siento más esa diferencia que con el blues. Siento que es algo americano americano. El blues también, pero con el góspel lo siento mucho más.
MD: Hubo un día una cantante de Madrid que puso un post muy guapo. Dijo que una cantante blanca no podía cantar “Strange Fruit”, que la he cantado unas cuantas veces. Es de los temas que más me gusta cantar. No me molesté ni en contestar ni en ponerle nada. Dijo que qué poca vergüenza, que eso no se podía hacer.
P: Pues bueno, ella que se pone límites.
MD: No hay comentario más racista. Que lo cante una blanca, una china, una rusa y que lo cante un perro si es que puede cantar, por favor. Están denunciando un linchamiento, qué tontería tenemos en la cabeza. Y una amiga jamaicana que me decía: “tía, que presión tengo, la gente da por hecho que yo tengo que cantar y bailar bien. Canto como el puto culo.” Y nos descojonábamos de la risa. Putos clichés.
¿Cómo habéis vivido las transformaciones de los últimos años en relación al auge de reivindicaciones en torno a la celebración de la mujer, el feminismo y también la desigualdad, la discriminación y los abusos de poder y sexuales? Se habla de que puede estar de moda…
MD: Bueno, hay moda y también unos avances muy interesantes.
P: Desde luego, es necesario igualar muchas cosas, mejorar muchas cosas.
MD: Hace 50 años tenías que pedir permiso a tu marido para abrir una cuenta bancaria en este país. Eso es antes de ayer, está a la vuelta de la esquina. Partiendo de esa base…
P: Sí, hay muchas cosas y hay mucho machismo.
MD: Lo hay hasta en las mujeres.
L: Incluso más entre las mujeres.
MD: Somos las que criamos. Ahora hay muchos hombres que se ocupan de sus hijos, con lo cual también están dejando una impronta distinta. ¿Cuándo se vio en la generación de nuestros padres pasar a un tío con un carrito? ¡Esto no lo hemos visto!
P: Es en nuestra generación donde ya empieza a cambiar.
MD: Yo pienso que el ruido que se ha hecho con muchas cosas era necesario y hace falta mucho más ruido. No puede ser que… “¡ya están con [el temita]!” Es como lo de “ya están con las películas de la guerra civil…” No, oiga, perdone, es que tenemos la memoria muy así.
P: Pero se tiene que ser constante, no así de repente todo “¡aaaahhhhhhh!” Y ya luego que desaparezca.
MD: Yo creo que ya lleva un tiempo ahí y no se está bajando esto eh. Está subiendo hasta el punto de que la cosa se confunde con que estoy empoderada diciendo “llámame puta, puta, puta, puta, puta…”. Ahí es donde digo, oh, qué desvirtuamiento de la película.
P: De hecho hay tensión. Yo veo mucha confusión en los términos, la palabra, y en los hombres. Hay muchos hombres que se sienten agredidos. También es lo cultural, que tienen que cambiar las formas de ver las cosas. Todo lo que has vivido antes ya no es lo mismo. Los tiempos cambian y hay que adaptarse.
MD: Yo no creo que sea casualidad, de todas formas, que haya más mujeres en la escena. Pienso que todo esto que se respira en el ambiente a la gente le [afecta].
L: ¡Somos energía!
P: No es casualidad porque está cambiando la cultura, todo.
MD: Claro, cambia. Y ¿si esta puede por qué yo no puedo? Es un rebote. Al final es todo un inconsciente colectivo, decía Carl Jung. Tengo alumnas más jóvenes y yo he visto ahí un cambio real en la manera en que se comunican y se relacionan, y en cómo ven muchas cosas. Lo ves, no es de paripé. Ya está por aquí. Eso sí que me parece que es un avance. El hecho de que tú como individuo te estés permitiendo hacer cosas que otras mujeres no nos hemos permitido porque tenemos todavía [una barrera] mental. Ves que son ellas, que han ido saltando poco a poco y que irá a más, claro que sí. Yo creo que todo esto es un hervidero.
P: Sí, está cambiando ya.
MD: Pero que no se desvirtúe, porque en algunas partes se desvirtúa.
¿En qué medida pensáis que esos movimientos y transformaciones globales y nacionales, muy presentes en los medios durante los últimos años, han tenido una repercusión en la escena musical y en el mundo cultural en el que os movéis?
MD: Yo pienso que la SBM ha contribuido mucho, sinceramente. Arrejuntar a todos los frikis de un gusto musical, lo digo con todo el cariño, hace que se junten más…. ¡Power! ¡Fuerza! Nos conocemos.
P: Sí, claro, si estamos dentro. Piña.
MD: Y esa piña se mueve aquí y allá. De repente creas un ambiente y eso puede coincidir luego con esto y con lo otro.
P: Creas ambiente y animas. Por eso hay que apoyar más a la Sociedad de Blues, porque promueve cosas, pero tiene que estar más abierta también.
MD: Sí, yo he sido socia un par de años. Luego dejé de serlo porque andaba mal de pasta y no coincidía, no salía. Hubo un punto en el que dije: “no me siento cien por cien en el circuito del blues ni me vendo como una bluesera…”
P: ¿Pero tienes que estar cien por cien en el circuito de blues? Puedes hacer varias cosas. Yo estoy en la Sociedad del Blues.
MD: Bueno, tú estás principalmente con el góspel y con The Luckymakers, que lleváis ahí un rodaje y tenéis el segundo disco.
P: Pero también tengo un proyecto de música disco. He montado una banda que se llama Chocolate Star. La música disco me encanta cantarla pero es verdad que las letras son muy machistas. Tú puedes tener muchos proyectos. A mí me gusta cantar de todo. Me gusta mucho el rock, no solo el blues. Yo nunca voy a hacer solo blues.
MD: Claro, pero a mí me ha dicho ya la Sociedad de Blues que con De Holidays no podía tocar en la Taberna Alabanda. A mí eso me cortó el rollo, que quieres que te diga. Es como: “ah, soy socia, no puedo venir a tocar…” A Sergio le conocen como toca y tenemos mogollón de blues. Pues no nos han dado un bolo ahí. Me lo han dicho claramente y les respeto un montón. Entonces yo a la conclusión a la que llegué es… pues bueno, yo no soy del circuito. Que no pasa nada, que no es a malas. Sino que no estoy dentro de eso al cien por cien. Pero estoy aplaudiendo su labor. Creo que ha podido contribuir, mezclado a todo el movimiento social. Todo se suma a todo. Todo lo general es también lo que le ha dado power a todo esto.
Enlaces de interés: Ladies in Blues en el Café Berlín; Marta D’Ávilas; The Luckymakers; Cherry & The Ladies; Gallos; Laura Gómez Palma (Efe Eme)