El legado de la esclavitud en el delta del Mississippi
Texto: JOSEP PEDRO
Fuimos traídos como esclavos. No trajimos instrumentos, ni música escrita –nada, excepto lo que recordábamos en nuestras mentes. ¿Qué ocurrió con los más mayores que trajeron aquí? Pronto murieron porque… ¿qué hombre de África hubiera podido aprender a trabajar doce, catorce y quince horas diarias transportando troncos, limpiando terrenos y cavando zangas, trabajando con hielo y cosas así? Tuvo que ser un hombre más joven, que se hacía más duro mientras crecía. Y estos fueron los hombres que cantaban el blues, aunque no lo llamaban así.
Johnny Shines (Connor y Neff, 1975: 5)
A lo largo del siglo XIX los defensores de la esclavitud se habían referido a esta como un mal necesario. Consideraban que las consecuencias económicas y sociales de la emancipación serían más perjudiciales que la continuación de la esclavitud. Entre ellos, el presidente Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, escribió: “tenemos al lobo cogido por la oreja, y no podemos ni retenerlo ni dejarlo marchar libremente. La justicia está en un nivel y nuestra preservación en otro” (Jefferson, 2007)
Gradualmente, el “mal necesario” fue transformándose en un “bien positivo”. Fue el político John C. Calhoun quien así lo declaró en 1837 durante un discurso en el senado (Beard y Beard, 1921: 316). En su argumentación y decisión –igual que sucedería con la proclamación de independencia de Lincoln- tuvo un gran peso el factor económico. “Cuando la esclavitud fue finalmente abolida”, explica Angela Davis, “la movilidad dejó de estar perseguida por la ley y la comunidad negra tuvo la oportunidad históricamente nueva de embarcarse en viajes personales, viajes cuyos traslados territoriales y económicos ocasionaron y fueron ocasionados por un reposicionamiento psicológico” (Davis, 1998:68).
Sin embargo, la promesa de la libertad para la población negra no fructiferó principalmente por dos motivos:
1. En poco más de diez años se aprobaría el sistema de segregación de Jim Crow, cuya principal consigna era “separados pero iguales” (separate but equal). Las leyes de Jim Crow estuvieron vigentes hasta 1965, en la práctica hasta 1970-71.
2. Las posibilidades de viajar y empezar una vida nueva siguieron siendo difíciles tanto por las condiciones económicas de la comunidad negra como por la extensión del racismo institucionalizado (segregación de facto) a lo largo de todo el país, incluyendo las grandes ciudades del norte, especialmente Chicago, donde la migración finalmente generaría guetos, lugares contradictorios, comunitarios y proclives a la creación musical.
El delta del Mississippi, el territorio situado entre los ríos Mississippi y el Yazoo, fue una de las zonas con mayor concentración de población negra de Estados Unidos desde la llegada de esclavos africanos. La economía del delta, como sociedad rural no industrializada en el seno de un país moderno, se basaba en cultivos como la caña de azúcar, arroz, tabaco y, especialmente algodón. Con el desarrollo de la esclavitud y la posterior implantación de Jim Crow los negros constituyeron la principal mano de obra para el trabajo en los campos.
A principios del siglo XX, la mayoría de negros presentes en Estados Unidos estaban confinados a los alrededores de las plantaciones y granjas en las que trabajaban, generalmente a lo largo del delta del río Mississippi, el estado de Luisiana y parte del este de Texas. La imposición de una organización social y territorial segregada no se limitaba a la inexistencia de servicios comunes para ambas etnias sino que determinaba también la configuración de los focos de población sociocultural: existían zonas donde vivían los negros y zonas donde lo hacían los blancos. En esta situación, la música es una de las pocas formas de expresión de las que disponen. Los negros que gritaban y cantaban en los campos anónimos y que después sintieron el impulso del blues como una forma particular de expresarse cayeron, de manera natural, en la música (Jones/Baraka, 2002: 16).
Las vidas de los negros, que no disfrutaban la condición de ciudadanos estadounidenses, se caracterizaron también por la falta de registros administrativos fiables y por la dificultad del acceso sanitario y escolar. Las biografías de numerosos músicos de blues, entre ellos Robert Johnson, Son House, Charlie Patton y el célebre Louis Armstrong, ilustran el problema general de los censos a principios del siglo XX. Se ha llegado a aceptar, por ejemplo, que Robert Johnson nació en Hazlehurst, Mississippi el 8 de mayo de 1911. Sin embargo, no hay pruebas del todo conclusivas de ello ya que en Mississippi no se empezaron a realizar censos hasta 1912. Sus documentos escolares, certificados de matrimonio y de defunción apuntan también 1908, 1909, 1910 y 1912 como posibles años de nacimiento. Por otra parte, en los casos de Louis Armstrong y Son House las fechas en registros legales no coinciden con las versiones mantenidas por los artistas mismos.
El pensador y líder abolicionista negro Frederick Douglass (1818-1895) es otro caso significativo. Douglass consiguió escapar de la esclavitud e instalarse en el norte donde escribió su exitosa y reveladora autobiografía, Narrative of the Life of Frederick Douglass, an American Slave, sorprendiendo con su inteligencia y prosa cuidada a un país que asumía la inexistencia de la capacidad intelectual de los negros. Douglass abordó los constantes problemas de conocimiento sobre sí mismos que afectaban a los suyos:
“No dispongo de un conocimiento preciso de mi edad al no haber visto jamás un registro auténtico que así lo demuestre. De lejos la mayor parte de los esclavos sabe tanto de sus edades como los caballos de las suyas, y es el deseo de muchos amos, a mi entender, el mantener a sus esclavos en la ignorancia.”
(Douglass, 2004: 14)
Es importante recordar que el acceso de los esclavos a la alfabetización estaba frecuentemente castigado bajo pena de muerte. En este contexto, en la vida en la plantación y barracones la música fue vital en la emergencia y reproducción de la comunidad, las relaciones sociales y la polifonía, en el seno de la extensa batalla entre amos, amas y esclavos (Gilroy, 1999: 74). Por la intensidad de las relaciones sociales, las plantaciones fueron unos de los lugares más significativos de estas comunidades rurales y disgregadas. Irónicamente, aunaban actividades de muy distinta índole como el trabajo y la cotidianeidad, el sufrimiento, la música y la celebración colectiva. También daban lugar a la organización de negocios de todo tipo, como destilerías de alcohol casero, emprendidos por afán de independencia y beneficio económico.
Muchos de los cantantes de blues vivían en los llamados “quarters”, barracones deudores de los tiempos de esclavitud (slave quarters) distribuidos en grupos de aproximadamente diez casas compartidas, en las que la comunidad también celebraba fiestas con sonidos de blues. Entre los trabajadores, que eran tanto hombres como mujeres, muchos tendían a utilizar su tiempo libre evadiéndose de su dura cotidianeidad. A menudo, la celebración de sus horas libres estaba organizada en torno a la música, el baile y frecuentemente al consumo de alcohol y tabaco. Años más tarde, algunas organizaciones del movimiento Black Power como la Nación del Islam (Elijah Muhammad, Malcolm X, Muhammad Ali…) destacaron porque se oponían al consumo de alcohol y drogas en general, que vinculaban a la “mentalidad de la plantación”. Recordaban, entre otras cosas, como durante los pocos y cortos periodos de vacaciones los propietarios daban licores y cajas de tabaco a los trabajadores de la plantación para mantenerles tranquilos.
En la actualidad, la plantación Dockery, establecida en 1895 por Will Dockery, se considera uno de los principales lugares de nacimiento del llamado Delta Blues, la primera forma reconocida de blues. Con unos 40km2 de extensión, tuvo célebres inquilinos como Charlie Patton, Robert Johnson, Howlin’ Wolf y “Pops” Staples y figura actualmente en el Registro Nacional de Lugares Históricos de EE.UU. El escritor y musicólogo Robert Palmer cuenta en su visita a la familia Dockery en Deep Blues (1982): Joe Dockery (hijo de Will) empezó a tomar conciencia de que el blues pudo realmente haberse desarrollado en su plantación durante los años sesenta debido a las cartas de coleccionistas y al contacto con los Archivos de Jazz de Tulane. “Nunca escuchamos a esta gente cantar”, cuenta Keith Dockery (hijo de Joe). “Nunca fuimos el tipo de propietarios que les invitaban a unirse y cantar en nuestras fiestas. Ojalá nos hubieran dado cuenta de lo importante que era esta gente” (Palmer, 1982: 55).
Referencias:
Connor, A. and Neff, R. (1975): The Blues in images and interviews. Cooper Square Press.
Davis, Y., Angela (1998): Blues Legacies and Black Feminism. Vintage books, a division of Random House, New York.
Douglass, F. (2004): Narrative of the life of Frederick Douglass . Pennsylvania State University, Pennsylvania.
Jefferson (2007) consultado en Wikipedia: Slavery in the United States (http://en.wikipedia.org/wiki/Slavery_in_the_United_States)
Gilroy, P. (1999): The Black Atlantic. Modernity and Double Consciousness. Verso, London-New York.
Palmer, R. (1982): Deep Blues. A musical and Cultural History, from the Mississippi Delta to
Chicago’s Southside to the World. Penguin Books, New York.