El heroísmo virtuoso del guitarrista

Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin, alzando su guitarra de doble mástil

Texto: JOSEP PEDRO

Tras plantear unas pautas sobre la sintaxis, semántica y pragmática del blues, nos introducimos en uno de los principales conflictos en la producción y recepción musical, así como en la tradición y actualidad del blues. Se trata de las formas de conjugar la técnica instrumental y el sentimiento en un estilo como el blues que da centralidad al feeling pero que, al mismo tiempo, requiere una gran competencia instrumental. La clave está en saber fundir las cosas, tocar en diálogo con la tradición del género y buscar tu propia personalidad.

De nuevo, podemos partir de la “Invasión Británica” para analizar el heroísmo exhibicionista del guitarrista. A nivel general, los cambios sintácticos en el blues, rhythm & blues y rock británico son sobre todo relativos a la textura. A nivel instrumental, se advierte un gran dominio de la técnica, así como una centralidad de la guitarra, en buena medida por la influencia del rock ‘n’ roll (formación clásica genérica: guitarra(s), bajo y batería). Al mismo tiempo, se introducen nuevos sonidos a través del uso de pedales de efectos para la guitarra como el wah-wah o el uso del órgano (también utilizado en el rock psicodélico y, el soul y el jazz).

Una de las principales críticas realizadas a la apropiación del blues por parte de los grupos británicos de los sesenta y setenta, especialmente en casos como el de Led Zeppelin, es que representa cierto giro hacia el desbalance entre técnica y sentimiento –entendido este como sentimiento tradicional vinculado al blues. Es decir, que cambia el significado del blues por cambiar su presentación, tratamiento instrumental y capacidad de evocación, así como por los valores asociados a la interpretación y presentación de la música.

Sirven para ilustrar este cambio las palabras de W.C. Clark con respecto a la relación entre el blues y rock ‘n’ roll: “cuando llegó el rock ‘n’ roll introdujo un sentamiento negativo que el blues no tenía. Era atractivo porque tenía mucha energía negativa. Te hacía hacer cosas como saltar desde arriba del escenario y esperar que alguien te coja. Nunca verás a un músico de blues hacer cosas así porque tiene otro tipo de energía. Tiene una energía positiva que es placentera al oído. El rock ‘n’ roll se tocaba tan alto que no tenías que escuchar. Viniendo de la vieja escuela, tenías que escuchar bien aquellos discos de dos pistas. Hacerlo hasta darte cuenta que cuanto más escuchas, más oyes.”

La comercialización de videojuegos “Guitar Hero” ha animado a todos sentir la emoción y pulsión del heroísmo exhibicionista del guitarrista

Con heroísmo virtuoso del guitarrista quiero referirme tanto a la simbología mitificadora de la guitarra y el guitarrista como al punto extremo de primacía de la técnica sobre la expresión del sentimiento individual.  Por supuesto, hay que considerar que técnica y sentimiento no son opuestos sino complementarios, y que aquellos que unos rechazan como heroísmo exhibicionista pueden satisfacer emocionalmente a otros. Por tanto, hablamos de una categoría relacional adscrita por el oyente y las sensaciones que produce una experiencia musical. Se trata, por una parte, de señalar una tendencia dominante y habitual en la representación musical en la comunicación de masas, y por otra, de comprender el porqué de las rupturas y conflictos de este modelo con la tradición del blues.

Además, este planteamiento exigiría una redefinición de qué entendemos y qué se debería entender por virtuoso, que dejaremos para otra ocasión. Por el momento, hablaremos de una especie de simbología de poder y omnipotencia y/o virtuosismo desmesurado. Puede apreciarse especialmente en el caso de guitarristas, instrumento dominante en el rock y sus derivados, donde además ha habido cierta tendencia a la reproducción de ejercicios, efectos y recursos técnicamente impresionantes, habitualmente por su rapidez o cantidad de notas. Al mismo tiempo, hay cierta apología del volumen alto -incluso mucho más alto que el sonido del resto del grupo-, los efectos y la velocidad.

La emergencia del heroísmo virtuoso del guitarrista probablemente tiene su origen en los años sesenta y se populariza en los ochenta creando una escuela de músicos significativos. En este contexto surgen músicos y públicos (a menudo también músicos) que exploran todas las posibilidades de la guitarra. Algunos deciden que si lo que más les gustaba de una canción era el momento del solo, podrían convertir, con variaciones, toda la canción en un gran solo.

El heroísmo virtuoso del guitarrista se puede reconocer en las representaciones del guitarrista como una figura única, poderosa, atractiva y singular. A menudo, son síntoma de la expresión de sus hazañas (reales o ficticias) a través de la pose y la técnica, frecuentemente acompañadas de gesticulación convulsa en rostro y cuerpo. Esta personalidad escénica actúa como una máscara que ha levantado pasiones en géneros como el rock, el rock progresivo y el heavy metal, culturas en las cuales los guitarristas han llegado a simbolizar figuras omnipotentes. El tipo de energía transmitida a la audiencia en estos estilos alcanza puntos álgidos durante el momento del solo, satisfaciendo e impulsando emociones y pulsiones individuales y colectivas a través de las simbologías del instrumento y la representación del entorno.

Slash encarnando la representación mitificadora del heroísmo virtuoso del guitarrista (Fotogramas del videoclip de “November Rain” de Guns ‘n’ Roses)

El conflicto entre heroísmo virtuoso del guitarrista y la tradición del blues

La introducción de esta forma de actuar, tocar y entender la música ha sido especialmente conflictiva en el blues, donde tradicionalmente se ha valorado el enfoque “menos es más”. Aún así, ha habido numerosos músicos que han logrado gran éxito con un tratamiento más rockero del blues (blues-rock), que, no obstante, no ha logrado conectar con una parte de la cultura del blues y del público en general. El blues es probablemente uno de los estilos más delicados para encajar el heroísmo egocéntrico del guitarrista porque, como el jazz, se basa en el diálogo, idealmente de igual a igual, entre el individuo y la comunidad. Hay otra actitud, además de cierta valoración o creencia (también mitificadora) de que el músico de blues no estudia sino que aprende.

La estructura fija básica de doce compases (sintaxis) proporciona un espacio de interacción marcado simultáneamente por procesos de opresión y liberación. Impone un universo con un orden que ofrece muchas posibilidades armónicas para la improvisación y la expresión musical espontánea. Sin embargo, esta flexibilidad un punto de inflexión en el que la carga instrumental puede llegar a considerarse excesiva. Las sensaciones generadas, el feeling de la interpretación, pueden no corresponderse con las sensaciones generadas que históricamente le son propias al blues y que, por tanto, lo hacen auténtico.

Se produce así una separación entre distintos grupos sociales que se identifican con la cultura del blues. Unos defienden la legitimidad de la hibridación y la evolución musical y armónica del lenguaje del género, otros, a quienes algunos llamarían puristas, establecen ciertos límites cuya superación implica un salta cualitativo a otro estilo, con una lógica y organización distinta a la del blues. Para este sector, la utilización de elementos pertenecientes al nivel sintáctico del blues (ej. doce compases I-IV-V) no constituye una condición suficiente para que haya blues sino que para poder considerarlo auténtico debe tener otras condiciones.

El recientemente fallecido Gary Moore, guitarrista polémico en la cultura del blues que cuenta con partidarios y detractores

Un ejemplo claro para explorar el conflicto es el caso de Gary Moore, a menudo descrito como el guitar hero del blues o como un guitarrista de heavy metal tocando blues. Su tratamiento del blues evidenció el conflicto entre distintos sectores de la cultura del blues y de su contacto con otros géneros como el rock, propiciando numerosos debates y discusiones. Así, el conflicto se produce en torno a varias cuestiones que pueden ser exploradas con más detalle como: la definición del blues, del músico de blues o bluesman, de la concepción musical, etc. El guitarrista y cantante irlandés, que comenzó su carrera siguiendo la estela de músicos como John Mayall, Peter Green, Jimi Hendrix o Albert King, pasó varias etapas vinculadas a varios estilos como hard rock, el jazz fusión/rock progresivo, el blues, la música celta y las baladas inmortales.

Tras pasar por varias formaciones y publicar discos de hard rock, Moore publicó Still Got The Blues (Virgin, 1990) que resultó ser no sólo una nueva declaración de principios sino también su disco más exitoso, en el que colaboraron Albert King y Albert Collins en Oh Pretty Woman y Too Tired respectivamente. Trató el blues desde un enfoque rockero mezclando los planteamientos clásicos del blues con su virtuosismo acumulado. “Cuando grabé Still got the blues sé que aún estaba tocando demasiado” admite Gary. “Es fácil pensar que puedes llegar y tocar igual que siempre has tocado. Creo que debería haberme tomado un par de años de descanso antes de grabar este disco pero creo que al mantener la actitud rockera conseguí atraer a muchos fans especialmente a los más jóvenes” (Guitarra Total #131, 2009).

Recientemente, el caso de Joe Bonamassa, guitarrista y cantante célebre por haber tocado con B.B. King a los doce años, ha vuelto a poner de manifiesto la tensión. En el número de febrero de 2010 de la revista Ruta 66 se incluía una entrevista con el autor bajo el título de “El virtuoso huidizo” en el que, por una parte, se le describía como “discutido por aquellos aficionados incómodos ante un virtuosismo vacío de autenticidad” y, por otra, se le conectaba con el blues blanco: “el guitarrista norteamericano apasiona a todos aquellos nostálgicos de la era dorada del blues blanco” (Eced, 2012: 38).

Como otros ejemplos posibles a discutir en el marco del blues, podemos hablar, en primer lugar de la gran transformación que provocó la irrupción de Jimi Hendrix. Más tarde, también de la influencia del estilo de tocar de Stevie Ray Vaughan, que fue fundamental en la revitalización del blues en los años 80, y la evolución del estilo guitarrístico de Buddy Guy. Por una parte, el importante legado de SRV está actualmente marcado por cierta ambigüedad debido a que cuenta con una numerosa legión de seguidores que han continuado explotando su estilo generalmente con mucho menor acierto y a los que podríamos enmarcar en el heroísmo virtuoso del guitarrista. En el caso de Buddy Guy, su estilo ha evolucionado de una forma aparentemente más sencilla y con pocos efectos a un estilo más agresivo y con efectos.

Sexualidad y poder en el heroísmo virtuoso del guitarrista

Por último, conviene destacar que, en los casos más extremos, el heroísmo virtuoso del guitarrista ha alcanzado representaciones evidentes de poder, sexualidad, roles y relaciones sociales. Como caso destacadoen el marco de la industria discográfica tradicional y mainstream, podemos ver la colaboración de Slash, ex-guitarrista de Guns ‘n’ Roses, con Paulina Rubio en la canción y videoclip “Nada puede cambiarme“. En la siguiente serie de fotogramas vemos como la guitarra, además de simbolizar el falo y la potencia masculina, se erige en un símbolo de poder sometedor que opone la rigidez y la longitud a las curvas y maleabilidad. Asimismo, la figura del guitarrista aparece representada como sexual, poderosa y heroica. La riqueza de detalles de esta serie plantea la posibilidad de un análisis mucha más exhaustivo que reconstruya los significados de las imágenes del videoclip. En cualquier caso, en este caso, el conjunto de la representación conecta con una serie de valores que pueden resonar, junto otras asociaciones posibles, cada vez que vemos una forma de tocar similar. Por ello se establecen también conflictos entre los significados atribuidos a las formas de tocar, interpretar y presentarse.

Paulina Rubio y el poder y atracción de la guitarra (fotogramos del videoclip “Nada puede cambiarme“)

Paulina Rubio deseante y sometida al heroísmo virtuoso del guitarrista (fotogramos del videoclip “Nada puede cambiarme“)

Referencias:

Guitarra Total #131, 2009

Eced, A. (2012): “El virtuoso huidizo”. Ruta 66 nº290, febrero 2012. Barcelona, Ediciones R-66 SCP.itarra Total #131, 2009

Advertisement