Fede Aguado: cuando el blues se hace propio

En formato acústico, Fede Aguado combina el aroma rural del blues, con ragtime y canciones folk (Foto: Ferran Ginebrosa)

Texto: JOSEP PEDRO

Traducir el blues a otro idioma es una misión complicada. No se puede ser demasiado literal, pero se debe ser fiel. Si, además, quieres mantener el espíritu del blues, al componer probablemente debas hablar de tu entorno, no del delta del Mississippi. ¿Podrás renunciar al baby? Si pudiera haber un manual de cómo hacer blues (un bluesman nunca lo aceptaría), podríamos recordar que, en los mejores casos, hay que saber llegar a sentimientos y estados de ánimo generales desde un punto de vista personal. Cuando compone, el bluesman debe incorporar inquietudes de su tiempo y, probablemente, expresarse en un lenguaje popular cercano a algún tipo de poesía.

Traducir el blues en la composición implica, más que repetirlo en una lengua distinta, cambiarlo inevitablemente. Impregnarlo de tu personalidad y tu voz individual, adaptarlo y hacerlo propio. Afectarlo de tu constelación de circunstancias personales y formas de ver y entender la vida, pero no romperlo. Es delicado. Para que podamos reconocerte como un bluesman que compone en otro idioma, deberás ser lúcido, tener un punto de gracia, y encarnar el blues de una forma nueva que esté en diálogo con la tradición del género con el que te alineas, o que da un marco de referencia a lo que haces.

Pero cuando sientas la necesidad de componer en tu idioma y te lances a ello, seguramente habrá gente que no te reconozca como blues, o que no te contrate. Eso lo complicará más. No serán los negros que lo crearon, para quienes es una alegría que el blues se haya extendido por todo el mundo, sino gente de tu alrededor, que lo niega por conservadurismo, ausencia de empatía u olvido de lo comprensible. O, quizás, porque al oírlo en su propio idioma pierde cierto exotismo e incluso puede llegar a provocarles una extraña familiaridad  con la que no quieren encontrarse. La cuestión no es si el blues debe cantarse en una u otra lengua, sino que puede cantarse bien y mal en todas. El canon del blues quedó instaurado hace más de medio siglo; aprovechemos su riqueza, flexibilidad y capacidad para el diálogo y la comunicación.

Federico Aguado, conocido como “El Fede”, puntúa alto en todas las categorías de este manual ad hoc pero, junto a muchos compañeros, ha tenido que hacer frente a unos cuantos obstáculos por cantar blues en castellano. Frecuentemente descrito como blues castizo, uno de los grandes méritos de Fede es haber creado un estilo de composición propio y reconocible, y tener la flexibilidad y fuerza necesaria para poner su personalidad en aquello que toca y canta. Ya sea con su banda, a dúo acústico con Osi Martínez, o con formaciones surgidas del momento, la música del Fede rebosa la sinceridad y honestidad de quien compone por vocación y tiene una habilidad especial. Sus canciones son un despliegue de historias vinculadas a la vida cotidiana, que fluyen conjugando experiencias, humor y reflexión con distintos estilos en torno al blues y sus subgéneros y otros en contacto como el folk, ragtime, country y rock ‘n’ roll.

Por encima de todas ellas destaca su himno particular, “Dices que no tengo feeling”, donde recupera las voces y argumentos contrarios, así como el peso atribuido a la procedencia geográfica y el color de la piel, para defender su autenticidad (“Dices que no tengo feeling porque soy blanco y de Madrid”). Fede responde con sentimiento (“pero yo no puedo darte la razón porque los blues salen de mi corazón”), y se retrata como un personaje marginado poco apreciado en su entorno (“No soy profeta en mi tierra, nadie da un duro por mí”), un luchador del día a día (“Siempre lucho a tumba abierta, a menudo me toca sufrir” / “Me despierto en la mañana, otro día a derrotar”), y un personaje que, pese a todo, logra sobreponerse a las dificultades y alcanzar momentos de satisfacción, precisamente por su música (“pero siempre encuentro una satisfacción, porque los blues salen de mi corazón”). Recupera también la crudeza del blues original situándolo en el bar, como lugar de encuentro con el público (“Escupiendo unos acordes en el escenario de un bar / Desde esta barra dónde estás tú, me escucharás aullar los blues”).

Con todo, mediante un relato sobre la dificultad y la superación anclado en las situaciones cotidianas y con el que la gente puede identificarse, Fede consigue encajar perfectamente su alegato particular con la tradición del blues. Con naturalidad y sin complejos, añade a su narración su personal grito de blues, y una guitarra punzante que se agita mientras él dibuja una mueca torcida. Como ocurre con muchos de los grandes bluesmen, su fachada de bruto con cierto aire canalla y carcelero esconde una gran sensibilidad lírica aderezada a base de expresiones terrenales.

Convertido en uno de los grandes referentes del blues en España, Fede continúa su carrera de fondo con una orientación original y transformadora que parte de la exploración y transformación de cómo hablar en el blues. Un camino de composición aparentemente natural pero que, de momento, cada vez es menos habitual en nuevas formaciones y generaciones que se acercan al inglés al tiempo que se difuminan las barreras entre lo propio y lo ajeno. Mientras tanto, Fede sigue llevando sus historias y guitarras a bares y pubs de pueblos y ciudades. Lo hace con intensidad, creatividad y ánimo de comunicar, y puede sonreír satisfecho por estar logrando convertir el blues en una expresión propia.

Los inicios: del rock británico al blues

Compañeros y amigos, Fede Aguado y Ñaco Goñi han colaborado, además de en los escenarios, en los discos de Blues con los colegas (Moco de Pavo, 2006; Armonet, 2012)

¿Cuándo empezaste a tocar?

Era el año 1980 y éramos unos cuantos compañeros de instituto. Todos éramos fans de Beatles, así que empezamos por ahí. Yo era solamente cantante, y éramos muy malos todos. Uno tenía un sitio donde ensayar y tocábamos también algunos temas propios. Más tarde, alguien nos enseñó una escala de blues y flipamos. Era el amigo de la hermana mayor de uno de nosotros. Yo no tocaba la guitarra entonces, pero me apunté el cifrado en un papel y luego me ha servido de mucho. Ahí empezó mi periplo.

¿Cómo conseguiste aprender?

Cogí una guitarra con quince años y empecé a aporrearla, incluso la cogía con la zurda la primera vez. He sido totalmente autodidacta pero tampoco me enorgullezco de ello. La verdad es que he perdido mucho tiempo intentando aprender cosas que luego ves sobre el terreno y son mucho más fáciles. A veces las circunstancias no te permiten otra cosa.

Accedíamos a la música a través de discos, colegas, radios… Antes había más tiendas de música buena que ahora. Me acuerdo que había una, que seguro muchos recordarán, que se llamaba “Eme Efe”. Era una tienda muy pequeñita que estaba debajo de mi casa y muchos de los vinilos que tengo los compré ahí.

¿Quiénes te influyeron para tomar el camino del blues?

Como casi todo el mundo en este país, descubrí el blues a través del rock. Hay muy poca gente -creo que Ñaco [Goñi] y alguno más- que haya descubierto el blues a través del blues, no sé si por la falta de información o por otras circunstancias del momento. Empezamos escuchando a los Rolling, a Led Zepelin, John Mayall, y Johnny Winter, por su faceta más roquera.

Entonces te preguntas ¿esto que suena qué es?, alguien te dice que eso es un blues y dices: “coño, me gusta”. Tiras del hilo y ya sale todo: Muddy Waters y todos los King… Las cuatro coronas de blues son BB King, Albert King, Freddie King y Burguer King, como decimos por aquí.

¿Qué músicos te han influido más a nivel personal?

El que más me influyó fue Robert Johnson. La guitarra eléctrica la toco un poco más a mi bola. B.B. King me gusta mucho por su sencillez, tiene una magia muy especial. ¡Con qué poquito expresa mogollón! Hace dos notas muy bien tocadas. No le pidas más porque no toca más, pero qué bien lo hace. Además, escuchas su guitarra en cualquier momento, aunque no sea uno de sus discos, y dices: “ése es BB King”. Eso es lo que me gusta de él. Cuando descubres a un artista que, dentro de esos patrones que son más o menos siempre iguales, aporta algo nuevo dices: “¡coño, aquí hay algo interesante!”

¿Cómo te ha influido la negritud del blues?

Tampoco me ha influido por el rollo de que sea negro. Me gusta porque es algo muy visceral. Lo comparo mucho con el flamenco que tenemos aquí. A mí me gusta mucho la música de raíz y con el blues me siento a gusto a la hora transmitir y componer canciones. Es una comunión entre el blues y yo.

El idioma del blues

¿Cómo se traduce el blues al castellano?

Son simplemente las situaciones cotidianas. Es lo que he hecho toda la vida. Antes a lo mejor lo hacía a través del rock y ahora, desde hace ya mucho tiempo, a través del blues. Cuando tienes algo que decir –que no siempre tienes algo que decir- vas y lo cuentas. Eso es todo. Aquí la gente se tiene que quitar un poco el rollo del cantar versiones en inglés. Son las mismas versiones de siempre: versiones de versiones de versiones cantadas en inglés, a veces un inglés no demasiado bueno. Falta un poco de personalidad. Yo lo achaco también a que somos jóvenes todavía haciendo blues en español.

Muchos hablan de la dificultad de expresar el blues en otro idioma…

El castellano es un idioma muy musical. El flamenco es en castellano, Carlos Gardel cantaba tangos en castellano, Los Panchos, Rosendo, los Leño, Barón Rojo, Joaquín Sabina… me puedo tirar una hora diciendo gente que canta, hace letras y compone en castellano. Con toda la naturalidad del mundo, lo único que he hecho ha sido llevarlo al blues. Pero esto no me hace ni mejor ni peor, es lo natural, simplemente.

Los Reyes del K.O. tocan un blues lento mío, “La Calle del Ayer” y cuando se fueron a tocar a Chicago al Legend’s, el bar de Buddy Guy, lo tocaron. Un día que estaba yo en casa de Ñaco [Goñi] ahí vacilando con el ordenador y llegó un correo de Marcos Coll de los Reyes del K.O. diciendo: “joder, tocamos el tema este de Fede [La Calle del Ayer] en el Legend’s y la gente puesta en pie aplaudiendo”. “¡Si lo hubiera visto el Fede hubiera flipao!”

Háblame de tu célebre composición “Dices que no tengo feeling”…

Ahora ya me voy ganado el respeto, pero hubo una época que estaba hasta las narices de que me censuraran y de que me cerraran las puertas en ciertos sitios para tocar por cantar el blues en castellano. En ese momento era una forma de reivindicarme.

El blues en España

Intensidad durante la actuación en el Mô es bar en Llicà d’amunt (foto: Ferran Ginebrosa)

Háblame de los pioneros del blues en España…

La verdad es que aquí en España somos un país muy joven haciendo esto. Que yo recuerde, pues los primeros a lo mejor Tonky Blues Band, pero te estoy hablando de los años 80. Quizás anteriormente habría alguien que hizo sus pinitos con el blues. Tonky, la Algecira Blues Express, Mingo Balaguer… eran de los primeros. Pero ya te digo que con esto nos vamos a remontar a hace veinte años.

Parece que todos coinciden en señalar que fue en los ochenta cuando la escena local de blues empezó a funcionar. ¿Cómo encajaba el blues en la escena musical de los años de la movida?

Hubo un resurgimiento del rock en España porque lo anterior que había era ya Fórmula Quinta, Los Diablos… Con la movida madrileña también empezaron a surgir bandas como Burning, Leño, Barón Rojo, Obús… Era un momento muy bueno porque tocaban en cualquier sitio, también en estadios y plazas de toros. De repente, se metían veinte mil personas en un festival. Aquello era la hostia, la gente fumando porros por todos lados, todos borrachos… Era un descontrol pero estaba bien. Unos tiempos muy buenos.

Yo tenía mi grupo de rockabilly. Hacíamos un poco de blues y rhythm & blues y por lo que veía encajaba bastante bien. Siempre ha habido circuito para el blues en los bares excepto ahora que está la cosa como está y andamos ahí lampando un poquillo. Fue una época de mucha efervescencia, había mucho de todo y se tocaba en cualquier lado. La verdad es que daba gusto.

¿Ahora está peor?

Ahora está la cosa que arde. Va a reventar en cualquier momento. Hay muchas más bandas y el ayuntamiento no nos deja trabajar por ningún lado. No se enteran de que hay muchas familias que comen de los músicos que tocan en los clubs. Está la cosa muy mal.

Parece que quien se dedica al blues es más por vocación…

La música en general es una cosa vocacional porque no queda otra en este país. Aquí los músicos somos la última mierda. No sólo no te apoyan sino que encima te putean. No te dejan tocar en un sitio porque ponen unos requisitos para poder tocar en los bares que son incumplibles. Entonces los dueños de los locales no se atreven a hacer actuaciones porque les matan a multas o porque les cierran los locales, y entonces las actuaciones se reducen mucho.

No se puede mantener una familia con ¿cuántos bolos al mes? ¿4? ¿Con eso quién come? En los bares no se puede pagar mucho, lo que te pagan es de vender cervezas y copas. Lo dejan de ganar ellos para dártelo a ti. Estamos hablando de que te vas a casa con 80 pavos, con 100, 50, 60… ¿Cuántas veces hay que tocar al mes para ganarte un sueldo? Ése es el tema.

¿Hasta qué punto es importante grabar discos en comparación con los directos?

No puedo hacer un gran balance con mis grabaciones. Antes había una discográfica por medio que iba con una oficina de managers que trabajaba en conjunto. Te sacaban el disco, lo promocionaban, luego hacías una gira y ganabas pasta y trabajabas de puta madre. Eso ya ha pasado a la historia. Ahora el balance que se puede hacer de los discos que producimos –porque las discográficas ya no quieren saber nada del blues- es mínimo. Simplemente se hacen para tener algo que mostrar y para venderlo por ahí en los bolos, que es la única forma en que se vende. Es una pequeña ayuda, nada más. Sobre todo es para que la gente que te ha visto y le ha gustado se lleve el recuerdo. También es una forma de que te conozcan.

¿Cómo cambia la situación durante los festivales de verano en comparación con el año en el circuito urbano?

No tiene nada que ver, es otro rollo. Aquí estás peleando por una simple regleta y allí tienes de todo. Está bien organizado y te tratan de puta madre. Hay sitios que te tratan mejor y otros peor, pero normalmente tienes tus cosas. Tienes tu momento de glamour, que también mola aunque sea una vez o dos al año.

¿Has tenido otros trabajos?

Bueno, yo soy pintor. Soy un pintor cojonudo. Si queréis pintar vuestra casa ya sabéis adónde acudir. Empecé con un colega pintando y lo llevo haciendo toda la vida porque como ves esto del blues y del rock ‘n’ roll nunca ha dado para comer y te tienes que buscar la vida como sea. Hubo una época que tocaba mogollón y dejé un poco apartado el tema de las reformas pero por desgracia eso ya pasó a la historia. Así que ahí vamos, dando brochazos al aire. Como decía Gila, a ver si inventamos la radio a colores.

La comunidad del blues

¿Cómo ves el panorama musical del blues en España en la actualidad?

No lo veo mal del todo. La verdad es que han surgido muchos bandas nuevas y cada vez hay más en todos lados. Eso es importante porque señal de que cada vez está más divulgado el blues. Será un beneficio para todos, sobre todo los que llevamos toda la vida.

Por otro lado, más competencia pero la competencia también es digna de quererla porque, al fin y al cabo, somos compañeros también. Pero queda mucho por hacer todavía en cuanto a blues y en cuanto a información sobre las bandas. Queda muchísimo por hacer, somos muy nuevos.

¿Qué relación mantienes con otros músicos de blues?

Me llevo muy bien con todos. De hecho, muchas veces cuando falta uno siempre tiro de la agenda y llamo a unos o a otros y al revés. Nos pasamos contactos también: “mira, vente a este sitio que estuve yo tocando ayer y está de puta madre”.

¿Crees que se puede hablar de un blues español?

Estamos en ello aún. Yo siempre trato de animar a otros compañeros a que lo hagan, joder, vamos a hacer una personalidad propia. ¿Cómo es eso? Pues de momento empezando por cantar en nuestro idioma. Yo es lo único que hago, tampoco fusiono blues con flamenco, de momento claro. Raimundo [Amador] lo hace y no lo hace mal. Pero yo creo que van por ahí un poco los tiros. Personalizar un poco. Lo otro ya está hecho y lo hacen unos que lo hacen mejor que nosotros de aquí a Lima. Porque nosotros tocamos el blues pero ellos son el blues. Entonces creo que debemos de personalizarlo un poquito, y los animo. Pero, ¡no me hacen caso, hijo! Qué le vamos a hacer…

¿Cómo ves el futuro?

¿El futuro? ¿Qué futuro? ¿De qué futuro me hablas? No lo sé tío, no hay futuro, como decían los Sex Pistols. Es lo de siempre, seguir trabajando, seguir funcionando donde nos dejen, donde se pueda y ya está.

Fede Aguado y su banda (Myspace)

Fede Aguado y Osi Martínez (Myspace)